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Dilma Rouseff, molesta con los senadores brasileños agredidos en Venezuela

Dilma Rousseff, presidenta de Brasil

Toda la prensa de Brasil destaca la noticia sobre la agresión a los senadores. Algunos articulistas titulan “El gobierno de Maduro está podrido”. Otros califican al presidente de Venezuela como déspota. Toda la prensa de Brasil destaca la noticia sobre la agresión a los senadores. Algunos articulistas titulan “El gobierno de Maduro está podrido”. Otros califican al presidente de Venezuela como déspota.

Es la noticia más leída en el prestigioso diario O Globo y la tercera más vista en Folha de Sao Paolo. Y, lo que es peor, cada nota de cualquiera de los diarios más importantes de Brasil sobre la visita frustrada de los senadores brasileños, va acompañada de extensos reportajes implacables que evidencian la penosa situación que vive nuestro país: cifras de inflación, de desabastecimiento, sobre delincuencia y las huelgas de hambre. Cualquiera se asusta al leer lo que se ha publicado hoy en Brasil sobre Venezuela. El otro denominador común es que, en ninguna de las informaciones, se consigue ni una letra sobre la respuesta del embajador venezolano. Pareciera que ni se molestaron en buscar su reacción. “El gobierno de Maduro esta podrido”, titula hoy su nota el columnista de O `Globo Ricardo Noblat “Maduro es un déspota”, lo define. Y, en algunos diarios, el percance de los senadores en Venezuela ha sido es la noticia mas leída, incluso por encima de la detención al presidente de Odebretch y Andrade Gutiérrez.

“Si Maduro, el presidente que sucedió a Hugo Chávez, no se comportara como el déspota que es, la visita habría justificado si acaso una noticia a pie de página en nuestros periódicos. Y no habría resonado en el exterior “Maduro es un felpudo sin el talento de Chavez” son algunas de las expresiones recogidas.

En la revista Veja, además de toda la información sobre el hecho, destacan como un titular la burla del Vicepresidente Jorge Arreaza sobre los sucesos. Como respuesta a un Twitter que le enviara Lilian Tintori, solicitándole auxilio, Arreaza le respondió con un mensaje irónico: “Si los senadores están aquí, es porque no tienen mucho trabajo por allá (Brasil). Así que unas horas más o menos, da lo mism”, respuesta que ha sido utilizada como prueba de que el alto gobierno estaba involucrado en el acoso a los senadores. Y en la otra prestigiosa revista, Istoé, el caso forma parte de sus tres titulares mas destacados: “Prohibidos”, titulan la nota, con una foto del senador Aécio Neves y sus declaraciones solicitando al gobierno de Brasil una respuesta más contundente a la que dio.

Solo un congresista del partido de gobierno, John Daniel (PT UP), excusó la conducta del chavismo contra los senadores. Llegó a decir que “no creo que el atasco de tráfico fue causado por las autoridades… ¿El gobierno venezolano tendría la intención de crear un hecho político en contra de él? No lo creo”. Lo que permite inferir que sobre el gobierno de Venezuela y sus torpezas habituales, Daniel sabe muy poco.

Lo que sí se ha colado es la rabieta de Dilma Rouseff en contra de los senadores visitantes, por poner a su gobierno en la obligación de reclamarle al de Nicolás Maduro por lo ocurrido. La presidenta ha dicho, en privado, que la visita era una injerencia en asuntos internos, que a ninguna otra personalidad se la ha permitido ver a los presos políticos (lo que implica que a los brasileños tampoco) y que si algún congresista extranjero fuese a Brasil a ver las condiciones de los presos, pues ella lo catalogaría de inadmisible. De allí que la nota emanada de Itamaraty apenas cumplió con las normas establecidas. Una nota fría, formal, “sin rabia”, como señaló uno de los periodistas del vecino país.

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