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En una aparente huída hacia adelante, Temer niega que exista crisis económica en su país

Brasil aumenta más de un 50% el gasto en proyectos de infraestructura local

Bandera de Brasil

Este incremento parece responder más a las necesidades políticas del presidente no electo, Michel Temer, quien en una aparente huída hacia adelante, ha declarado a su llegada al G-20 que «no existe crisis económica» en el país sudamericano. Brasil ha aumentado durante el mes de junio el gasto federal en proyectos de infraestructura local hasta los 1.490 millones de reales, unos 451 millones millones de dólares; desde los 959 millones de reales registrados en el mes de mayo, según datos presupuestarios a los que ha tenido acceso la agencia Reuters.

Un incremento que parece responder más a las acuciantes necesidades políticas del cada vez más acorralado presidente no electo de Brasil, Michel Temer, que a las condiciones económicas del país o una adecuada planificación que haya tenido en cuenta la pertinencia de este tipo de obras.

Y es que este incremento en el gasto ha recibido luz verde justo al mismo tiempo en que se ha concretado la acusación contra Temer de recibir sobornos del gigante cárnico JBS, en la que ha de ser la Cámara de Diputados quien decida si el presidente será juzgado por ella por el Supremo Tribunal Federal, como ha solicitado el Procurador general de la República, Rodrigo Janot.

Por ello, no parece ni mucho menos fruto de la casualidad que haya sido justo ahora cuando el gobierno federal haya autorizado este incremento de los gastos del presupuesto general que responde a propuestas de los propios congresistas; pese a que en mayo, el déficit presupuestario de Brasil alcanzó una cifra récord si se tienen en cuenta los registros históricos en dicho mes.

Menos aún, cuando Temer ha hecho bandera desde su llegada al poder de la austeridad fiscal y ha propuesto medidas muy controvertidas y que han recibido una gran contestación social, como limitar el gasto social en la propia constitución o reformas laborales y de pensiones, con la excusa de lograr el equilibrio presupuestario.

Todo ello hace pensar en una huída hacia adelante de Temer que trata desesperadamente de ofrecer incentivos a los diputados para que le permitan mantenerse en el puesto pese a los cargos de corrupción y a que incluso el propio presidente interino del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), Tasso Jereissatti, que cogobierna con Temer, haya reconodido ya que el país se está volviendo «ingobernable».

Una huída hacia adelante que tambén explicaría que hoy mismo, a su llegada a Hamburgo, en Alemania, donde se está celebrando la cumbre del G20, Temer haya declarado que «no existe crisis económica» en Brasil, cuando el país ha sufrido en los dos últimos años la peor recesión económica de su historia con una contracción del PIB de 3,8% en 2015 y del 3,6% en 2016.

También aquí, Temer se agarra a elementos frágiles como que, durante el primer trimestre de este año Brasil registró un crecimiento de 1% respecto al periodo anterior, sustentado principalmente en la agricultura. Pero la sostenibilidad de este dato está lejos de estar garantizada tras la inestabilidad que atenaza de nuevo al país, precisamente, en gran parte, por los cargos en torno a Temer.

Así las cosas, incluso entre los aliados de Temer cada vez tiene más peso la opción de respaldar que sea el número dos del país, Rodrigo Maia, actual presidente de la Cámara de Diputados, quien asuma la Presidencia hasta las elecciones del próximo año.

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