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Previsiones económicas

Latinoamérica se enfrenta a un nuevo shock derivado de las condiciones financieras globales

El FMI alerta de que la inflación persistirá alta "por algún tiempo".

Latinoamérica

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El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha advertido de que, después de los impactos sufridos por la pandemia y la invasión rusa en Ucrania, América Latina y el Caribe encara un tercer ‘shock’ relacionado con el endurecimiento de las condiciones financieras globales.

Así lo han trasladado en una publicación los economistas del Fondo Santiago Acosta-Ormaechea y Anna Ivanova; y el exgobernador del Banco Central de Brasil, Ilan Goldfajn.

En su última publicación de perspectivas macroeconómicas mundiales, el organismo multilateral mejoró hasta el 3,5% la proyección de crecimiento del PIB de la región en 2022, pero la empeoró hasta el 1,7% en 2023. Los países exportadores de materias primas, como México u otros países suramericanos, así como algunas economías del Caribe, probablemente reduzcan sus tasas de crecimiento a la mitad el próximo año, ya que los menores precios de las materias primas amplificarán el impacto del aumento de intereses.

Por su parte, economías de Centroamérica como Panamá o República Dominicana también se ralentizarán por las menores entradas de remesas, aunque al mismo tiempo se verán compensadas por la bajada en el precio de las materias primas. Las economías caribeñas dependientes del turismo seguirán recuperándose, por su parte, aunque más lentamente de lo previsto en julio, en medio de unas perspectivas turísticas más débiles.

MAYORES COSTES DE FINANCIACIÓN POR LA SUBIDA DE TIPOS

Pese a las mejores perspectivas de crecimiento para este año, las condiciones financieras están empezando a acusar unos mayores costes por las subidas generalizadas de tipos de interés, a lo que se suman unas menores entradas de capital extranjero en mercados emergentes. A su vez, el Fondo apunta a que las tasas de intereses a nivel doméstico también están creciendo en los mercados emergentes, no solo por la subida de tipos, sino también por un menor apetito inversor en activos de riesgo.

Todo ello confluye en una desaceleración de la actividad en Latinoamérica el año que viene, según el FMI, ya que el aumento de los costes de los préstamos pesará sobre el crédito interno y la inversión de la región. La publicación advierte en este punto de que la desaceleración puede reducir las exportaciones, las remesas y el turismo en Latinoamérica.

LUCHANDO CONTRA UNA INFLACIÓN «TESTARUDA»

El Fondo ha hecho un repaso de la situación inflacionaria en la región y ha advertido que esta continuará con niveles altos «por algún tiempo», ya que la subida de precios se está expandiendo a otros elementos de la cesta al margen de productos energéticos y alimentos.

Este ha sido el caso de Brasil, Chile, Colombia, México y Perú, donde la inflación ha alcanzado recientemente el 10% en términos interanuales, el nivel más alto en dos décadas.

Es por ello, que el organismo ha elevado sus previsiones de inflación en la región, hasta un 14,1% para este año y del 11,4% en 2023 en Latinoamérica y el Caribe. El aumento de precios tendrá un promedio del 7,8% a finales de año en estos cinco países y seguirán siendo elevado, en torno al 4,9%, para el año que viene.

Por otro lado, la entidad ha indicado que aunque los niveles de reservas internacionales de la región y la fuerte credibilidad de los bancos centrales contribuirán a mitigar el impacto del endurecimiento de las condiciones financieras, el aumento de los costes en los préstamos pondrá a prueba las finanzas públicas a través de unos mayores pagos de intereses, ya que la deuda pública y las necesidades de financiación siguen siendo elevadas.

El Fondo reconoce también que las autoridades monetarias han actuado con rapidez y han mantenido las expectativas de inflación a largo plazo ancladas. En el futuro, la política monetaria «debería mantener el rumbo y no relajarse prematuramente», apunta el FMI.

Asimismo, la organización recomienda que la política fiscal vaya acompasada con la monetaria, centrándose en el apoyo a grupos vulnerables, especialmente mientras persiste una inflación alta y el crecimiento se debilita, pero sin «alimentar» la demanda interna. Para ello, será necesaria una «cuidadosa» calibración para compensar las medidas de gasto destinadas a proteger a los sectores más pobres de la población.

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