Estas son las principales conclusiones que se extraen del informe ‘Panorama Laboral’, presentado este martes por la Oficina Regional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para América Latina y el Caribe.
Según este documento, una conjunción de múltiples crisis impactarán en el mercado laboral de la región durante el año 2023, como la persistencia de la pandemia, la guerra entre Rusia y Ucrania, la perspectiva de un crecimiento económico bajo y las secuelas de una elevada inflación.
En este contexto, para la directora regional adjunta de la OIT para América Latina y el Caribe, Claudia Coenjaerts, el problema laboral «más urgente» es la calidad del empleo y los insuficientes ingresos laborales.
La tasa de desocupación en la región se redujo en 2022 al 7,2%, una cifra «significativamente menor» que la del año 2019 (cuando se encontraba en el 8%) y, pese a que la OIT ha considerado que se trata de una «buena noticia», ha advertido que esta evolución positiva podría estancarse en el año 2023.
En concreto, el escaso dinamismo de la economía pronosticado para 2023 afectará negativamente la generación de nuevos empleos y eso hará que en 2023 la desocupación registre variaciones, llegando a niveles de entre 7,2% y 7,5%, según ha estimado la OIT.
Además, la recuperación laboral experimentada en el año 2022 ha sido «fuertemente traccionada» por el aumento de las ocupaciones informales, que representaron entre el 40% y el 80% de los empleos generados. Las personas que trabajan en la informalidad tienen ingresos bajos, inestabilidad laboral y carecen de protección social.
«Los trabajadores informales tienen entre tres y cuatro veces más probabilidades de ser pobres que los trabajadores formales, a la vez que explican entre el 70% y el 90% de la pobreza laboral total», ha apuntado la directora regional de la OIT.
En la misma línea se ha pronunciado la coordinadora del informe de la OIT y economista laboral de la Oficina Regional de la OIT, Roxana Maurizio, quien ha asegurado que los países de América Latina deben estar «alerta» al fenómeno del trabajo pobre, siendo este aquel que se encuentra en situación de vulnerabilidad pese a tener un trabajo, ya que forma parte del mercado informal o está sufriendo la pérdida de poder adquisitivo provocada por la elevada inflación.
Ante este escenario «complejo e incierto», la OIT ha manifestado que es «necesaria» la aplicación de políticas que contribuyan a la creación de empleo formal y al sostenimiento de los ingresos laborales.
Así, entre las propuestas lanzadas se encuentran programas para garantizar los ingresos a aquellas personas más afectadas por la pérdida del poder adquisitivo, en lo posible vinculadas con políticas activas para acceder al mercado laboral, y la implantación de mecanismos de negociación salarial, siendo estos últimos una «necesidad imperiosa» en el contexto de alta inflación.
«Si queremos avanzar hacía una región con mayor justicia social y menor desigualdad, será necesario adoptar medidas contundentes para generar más y mejores empleos», ha concluido Coenjaerts.
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