De ese total, 8.300 millones de dólares (8.032 millones de euros) se han destinado a la adaptación y la resiliencia climática, un dato relevante en una región en la que los desastres naturales se han triplicado en los últimos 50 años.
Según un reciente estudio del BID, invertir en planes de adaptación de largo plazo puede salvar vidas, bienes materiales presentes y futuros, y prevenir o reducir daños y perdidas causados por el cambio climático.
Sobre esta cuestión, se estima que cada dólar invertido en infraestructura resiliente puede generar hasta cuatro dólares en beneficios económicos. «Por eso, es importante que los países incorporen riesgos climáticos en sus planes de desarrollo y prioricen acciones multisectoriales para mejorar la resiliencia», ha explicado la entidad bancaria.
En palabras del BID, estas cifras reflejan «el compromiso» del grupo con la región, situándolo como un «aliado estratégico» prioritario a la hora de hacer frente a la emergencia climática.
En el marco de la COP27, el BID está llevando a cabo reuniones bilaterales y gestionando acuerdos para avanzar en transicion verde, entre los que destaca el primer programa regional para promover la movilidad eléctrica basada en hidrógeno verde en América Latina y el Caribe, en el que colaboran la entidad y el Fondo Climático Verde (GCF, por sus siglas en inglés).
Está previsto que bajo este fondo se destinen 450 millones de dólares (435,5 millones de euros) en forma de préstamos en condiciones concesionales y donaciones a Barbados, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Jamaica, Panamá, Paraguay y Uruguay.