El escritor Mario Vargas Llosa ha asegurado este jueves que la «diversidad en el entretenimiento», especialmente con la «competencia en el desarrollo de las industrias audiovisuales», ha ido «disminuyendo y marginando» la «actitud crítica» que históricamente ha representado la literatura.
«En esta época hay un problema. La competencia con el desarrollo de las industrias audiovisuales podría ir apartando al público de la función perturbadora y crítica que tiene la literatura. Es un problema real», ha lamentado el peruano porque, en su opinión, es en «las sociedades abiertas y tolerantes» donde el «efecto crítico disminuye». «Si hay una razón de ser en democracia es crear a ciudadanos que no se dejen manipular por los poderes», ha avisado.
Así se ha expresado Vargas Llosa en un homenaje que ha recibido en la sede del Instituto Cervantes en Madrid con motivo del décimo aniversario de la concesión del Premio Nobel de Literatura, en el año 2010. El autor de ‘La fiesta del Chivo’ ha mantenido una conversación con su hijo, el escritor y periodista Álvaro Vargas Llosa.
En esta clave, ha defendido valorar la «libertad», algo que en los «países libres quizás no apreciamos». «Basta que la libertad se restringa para que la literatura aparezca como un arma de combate», ha dicho Vargas Llosa, que ha insistido en que en las dictaduras, la literatura adquiere una «función revolucionaria» alternativa a la prensa que, al estar controlada, no puede cumplir. «Es muy importante en la liberación y emancipaciones de esas sociedades», ha apuntado.
«La historia de la humanidad es el progreso y la literatura ha sido un ingrediente fundamental», ha afirmado el escritor, que ha valorado el poder de las letras para «mostrar la insatisfacción» ante la «realidad presente» y formar a «ciudadanos díscolos e insumisos» que «no se resignan» a transformar la sociedad en «algo distinto».
«NO ME SIENTO UN CADÁVER DEL PREMIO NOBEL»
Vargas Llosa ha celebrado el décimo aniversario desde que se le concediera el Premio Nobel de Literatura y ha confesado que «una de las dificultades» tras recibirlo fue «demostrar» que después de ese galardón «estás vivo». «Convierte en una estatua a los escritores como si hubieran acabado su experiencia vital», ha reflexionado, para después reivindicar «la vida después del Nobel». «He publicado bastantes libros y me siento vivo; no me siento un cadáver», ha explicado.
Ha enfatizado que, en su trayectoria, la literatura «ha sido otra manera de vivir», «más rica, esencial y solitaria», una «existencia mental que enriquece la sensibilidad, estimula la imaginación y desarrolla el espíritu crítico de las personas».
Sobre la pandemia del coronavirus, el autor ha criticado que «teníamos la sensación de que habíamos dominado la naturaleza», pero que estábamos «equivocados». Así, ha desvelado que durante el confinamiento ha vuelto a leer libros antiguos durante «muchísimas horas», lo que ha definido como una «experiencia incomparable».