«Garantizar que los niños, niñas y adolescentes puedan volver a la escuela no solo es un imperativo moral, sino que también es crucial para su salud física y mental, su nutrición y su bienestar general», ha dicho el representante de UNICEF en el país, Bruno Maes.
En concreto, cuatro de cada cinco escuelas que fueron dañadas por el terremoto siguen afectadas por los daños materiales, una situación que podría provocar que «muchos niños, niñas y adolescentes abandonen sus estudios».
«La reconstrucción de la infraestructura educativa y el suministro de material didáctico a estudiantes y maestros es urgente y fundamental si queremos que los niños, niñas y adolescentes recuperen la sensación de normalidad en sus vidas», ha insistido Maes.
Además, UNICEF ha resaltado que más de 260.000 menores siguen necesitando ayuda humanitaria inmediata, como agua potable o servicios de higiene para evitar enfermedades que se propagan a través del agua.
«El terremoto que devastó las regiones del sur de la península privó a la población de un acceso vital a los servicios sociales básicos. Miles de mujeres, niños, niñas y adolescentes siguen dependiendo de las clínicas móviles de salud para recibir tratamiento o de los camiones cisterna para obtener agua potable», ha zanjado Maes.
UNICEF ha solicitado 97 millones de dólares (unos 85 millones de euros) a través de su llamamiento de Acción Humanitaria para la Infancia (HAC, por sus siglas en inglés) para satisfacer las necesidades urgentes de 950.000 personas, entre ellas 520.000 niños, niñas y adolescentes, causadas por el impacto combinado del terremoto de 2021.
En agosto de ese año, un terremoto de magnitud 7,2 sacudió los departamentos de Sud, Grand’Anse y Nippes, que tres días más tarde fueron azotados por las fuertes lluvias provocadas por la depresión tropical Grace.