Las tarjetas revolving son cada vez más presentas en la sociedad, ya que pertenecen al ostentoso mundo del crédito y están diseñadas para satisfacer los gustos de consumo. Estas permiten comprar haciendo un pago financiado en el que los intereses incrementan a medida que aumenta el plazo para solventar la deuda.
El crédito revolving se caracteriza por el hecho de que no existe un número determinado de disposiciones máximas que pueda efectuar el cliente acreditado. Al cliente se le concede un límite o tope máximo en dinero del que puede disponer durante un cierto período; cuando lo precise realizará adeudos (que rebajarán dicho límite por importe equivalente al del adeudo) e igualmente podrá efectuar abonos (que restablecerán el mencionado límite por tal cuantía). En consecuencia, en el crédito revolving o revolvente el consumidor solo pagará intereses deudores sobre la parte del crédito de la que efectivamente ha dispuesto.
Es así como los clientes se sumergen en un camino interminable de pagos, motivados por la inmediatez de adquirir los productos que desean, a cualquier coste. En este escenario, entidades financieras como Cofidis, Evo Finance, CaixaBank, Grupo Santander Consumer, Bankinter o Carrefour Pass se mueven con soltura para ofrecer a sus usuarios contratos de crédito que terminan convirtiéndose en un verdadero calvario.
Debido a la falta de transparencia y usura de algunos bancos, surgió Víctimas del Crédito. Esta plataforma ayuda al consumidor a la hora de reclamar la nulidad de contratos de créditos por intereses desproporcionados que, sumados a la forma de amortización revolving, generan una deuda prácticamente eterna.
Los contratos de crédito pueden ser anulados, sin perjuicios para los usuarios que decidan ponerles fin, con la compañía del equipo de expertos de Víctimas del Crédito. Esto se debe a que, en la mayoría de los casos, los intereses alcanzan porcentajes exagerados y es causa suficiente para que sea declarado como nulo.
Cuando se confirma la nulidad del vínculo, el afectado recibe inmediatamente los intereses y comisiones que ha tenido que pagar, durante años, cobijados por la protección del Tribunal Supremo. Este estableció que los intereses con un valor superior al doble son créditos de consumo catalogados como usura, por las afectaciones hacia los clientes.
La otra vía para cortar con contratos de esta naturaleza es haciendo uso del argumento de la falta de transparencia, debido a que quienes firman los vínculos no son informados con claridad de las condiciones que imponen los bancos, lo que vulnera sus derechos y los expone a cifras exorbitantes.
El despacho de abogados a nivel nacional Víctimas del Crédito es una plataforma en internet que cobró vida para asesorar a los ciudadanos en la lucha contra ambiciosas entidades financieras que quieren aprovecharse de ellos mediante cláusulas abusivas, inherentes a los contratos de crédito. Cada persona puede exponer su caso ante el grupo de especialistas de la organización y recibir su apoyo, de calidad, para plantarle cara a la situación, proteger sus derechos y bogar por la devolución del dinero que han invertido en intereses.
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