El comercio internacional de América Latina y el Caribe registrará una caída del 23% en 2020 por las consecuencias derivadas de la pandemia de coronavirus, una cifra más adversa que la registrada en la crisis financiera de 2009, cuando el comercio internacional de la región cayó un 21%.
Así se desprende de un nuevo informe elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL), en el que se explica que América Latina y el Caribe es la región en desarrollo más afectada por la nueva coyuntura y está marcada, principalmente, por los retrocesos en los envíos manufactureros, mineros y de combustibles.
El desplome del turismo, que será del 50%, arrastrará a las exportaciones de servicios, especialmente del Caribe, mientras que el comercio intrarregional mostrará también una fuerte contracción de 23,9%, lo que derivará en una pérdida de capacidades industriales y una reprimarización de las exportaciones de la región, advierte el informe.
En tanto, el tráfico aéreo regional sufrió un derrumbe del 95% en pasajeros y del 46% en carga hasta mayo, siguiendo la tendencia mundial, mientras que el cierre de actividades productivas, medidas sanitarias más estrictas y obstáculos administrativos han frenado también al transporte terrestre.
«Profundizar la integración regional es crucial para salir de la crisis», ha indicado la secretaria ejecutiva de CEPAL, Alicia Bárcena, quien agrega que, con pragmatismo, hay que rescatar la visión de un mercado latinoamericano integrado. «La región debe reducir costos mediante una logística eficiente, fluida y segura», apunta.
Según el documento, el valor de las exportaciones e importaciones de bienes de la región se redujo un 17% entre enero y mayo de 2020 en comparación con el mismo período de 2019. Ambos flujos se desplomaron hacia el final del período de cinco meses en 2020, con una caída interanual del 37% en mayo.
En los primeros cinco meses de 2020 se registraron fuertes caídas en el valor de los envíos de América Latina y el Caribe a Estados Unidos (-22,2%), la Unión Europea (-14,3%) y la propia región (-23,9%), que conjuntamente absorbieron el 69% de sus exportaciones totales de bienes en 2019.
Por el contrario, los envíos a Asia han mostrado una mayor resiliencia. En particular, las exportaciones a China cayeron menos de 2% entre enero y mayo, y se recuperaron en abril y mayo, acorde con la gradual reapertura de su economía, lo que constituye, según el texto, un signo positivo, especialmente para los países sudamericanos exportadores de materias primas.
Para el año 2020, se prevé que la mayor contracción de las exportaciones regionales se registraría en las destinadas a Estados Unidos (-32%) y a la propia región (-28%), en tanto que los envíos a China caerían solo -4%.
En el análisis sectorial de la región, la mayor caída entre enero y mayo se registró en la minería y el petróleo (-25,8%), seguido por las manufacturas (-18,5%). En cambio, el sector de productos agrícolas y agropecuarios marcó una leve alza de 0,9%. Ello refleja la menor sensibilidad de la demanda de alimentos a la contracción de la actividad económica, al tratarse de bienes esenciales.
CEPAL indica que solo cuatro países (todos centroamericanos) aumentaron sus exportaciones entre enero y mayo de 2020. Estos son Costa Rica (2%), Honduras (2%), Guatemala (3%) y Nicaragua (14%).
Esto se explica por una combinación de mayores ventas de suministros médicos y equipos de protección personal (especialmente mascarillas), de productos agrícolas (cuya demanda no se ha visto tan afectada por la pandemia), y la relativa resiliencia que ha mostrado el comercio en Centroamérica.
De su lado, las importaciones se reducen en todos los países en este mismo período (-17,1% en valor promedio regional), producto de la profunda recesión por la que atraviesa la región. Particularmente preocupante resulta la contracción de las importaciones de bienes de capital y de insumos intermedios (-14,5% y -13,6%, respectivamente), que afectará la tasa de inversión y comprometerá la recuperación económica.
El organismo apostilla que es necesario impulsar cadenas de valor regionales en sectores estratégicos aprovechando la escala que ofrece un mercado de 650 millones de habitantes, así como promover la agenda de «comercio sin papeles» y un mercado común digital, reducir la vulnerabilidad de la región ante shocks externos, y generar una interlocución más simétrica con Estados Unidos, China y Europa.
Para esto, América Latina y el Caribe debe reducir sus costes internos y promover una logística eficiente, fluida y segura mediante el rediseño de la estrategia de inversión, mayor interoperabilidad de servicios, integración regional, y el fomento de la inteligencia logística.
«En el actual contexto de elevada incertidumbre, los países de la región deben emprender acciones que les permitan reducir sus costos logísticos internos y generar servicios de valor añadido para elevar su competitividad», apunta Bárcena, quien advierte de que estas medidas deben ser implementadas de forma coordinada con otros parámetros económicos y sociales para favorecer una recuperación económica con beneficios sociales y ambientales.
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