El estudio sostiene que la confianza está en el centro de la prosperidad económica. «Sin la confianza no puede haber crecimiento económico, sin la confianza no hay sociedades plenas, que trabajen en forma conjunta para solucionar los problemas comunes», advierte en declaraciones a Europa Press uno de los autores del informe y líder del Grupo de Economía del Comportamiento del BID, Carlos Scartascini.
El experto ha expuesto que la falta de confianza se asocia a una baja productividad histórica en la región, especialmente pronunciada en las últimas dos décadas. «Invertir en confianza paga, la confianza tiene que ser un objetivo de política en sí mismo», ha apostillado Scartascini.
El informe elaborado por el organismo con sede en Washington apunta que cualquier estrategia de crecimiento, bien sea en el libre mercado o mediante una reforma tributaria «se irá a pique en un contexto de desconfianza», ya que obstruye cualquier senda para el crecimiento.
Asimismo, el experto afirma que en los países con mayores niveles de confianza en el largo plazo tienen un mayor crecimiento económico y una mayor productividad.
«Si las empresas confían más en la gente que contratan vas a contratar más gente y vas a delegar más. Como no confiamos en el otro, las empresas se quedan pequeñas, quedan empresas familiares (…) entonces la empresa no crece», ha añadido el autor del informe.
Pese a las ventajas expuestas de unos mayores índices de confianza, Scartascini advierte que en América Latina y el Caribe los niveles de confianza entre las personas son muy bajos. «El promedio en Latinoamérica es que una de cada diez personas confía en el resto. Es la región más baja comparada con otras regiones», apunta, resaltando que la confianza en los gobiernos de la región también es la más baja del mundo.
En esta línea, el BID explica que si los individuos confían más unos en otros, se realizará más transacciones entre ellos y hará que los gobiernos cumplan con sus propuestas. Otro punto de relevancia para incrementar los niveles de confianza pasa por una mayor transparencia desde las instituciones, si bien el autor apostilla que la transparencia sola «no alcanza», y es necesario tener la capacidad de tener órganos e instrumentos que permitan denunciar casos de falta de transparencia.