Luiz Inácio Lula da Silva
En un gesto inesperado tras semanas de tensión, Trump ofreció por primera vez la posibilidad de abrir un canal de comunicación con Lula para abordar la barrera comercial impuesta por Washington, que entrará en vigor el próximo 6 de agosto. Las declaraciones del mandatario estadounidense llegan en un momento de presión creciente sobre el Gobierno brasileño, que hasta ahora ha optado por una estrategia de contención.
Durante una breve comparecencia ante la prensa, Trump declaró que Lula «puede hablar conmigo cuando quiera», dejando abierta una vía de contacto directo entre ambos presidentes. Sin embargo, evitó dar explicaciones sobre el motivo del arancel del 50% aplicado a las exportaciones brasileñas, insinuando razones políticas al afirmar que “las personas que están liderando Brasil hicieron cosas incorrectas”.
Las tensiones comerciales han crecido en los últimos meses, pero esta declaración de Trump supone la primera señal concreta de disposición a reabrir el canal bilateral
Este tipo de declaraciones, sin base concreta, refuerzan la percepción de que las decisiones comerciales de la actual administración estadounidense podrían estar guiadas más por afinidades y castigos ideológicos que por criterios económicos.
La falta de una justificación clara mantiene en alerta a los exportadores brasileños, que han recibido con cautela las cerca de 700 excepciones incluidas en la medida arancelaria.
Desde el Ejecutivo brasileño se ha insistido en que el camino del diálogo sigue abierto. Lula ha afirmado públicamente que no tendría problema en llamar a Trump, aunque expresó dudas sobre la disposición real del mandatario estadounidense a mantener una conversación respetuosa. En el entorno presidencial brasileño existe el temor de que una llamada se utilice con fines propagandísticos para humillar públicamente al mandatario, como ya ha ocurrido con otros líderes internacionales.
Aun así, el Gobierno de Brasil descarta por ahora aplicar medidas de reciprocidad comercial y mantiene su apuesta por una resolución diplomática.
La medida anunciada por Estados Unidos impone un arancel del 50% a una amplia gama de productos brasileños, aunque contempla casi 700 excepciones que dan cierto margen a los sectores más expuestos. La entrada en vigor está prevista para el 6 de agosto, lo que ha activado la maquinaria diplomática en Brasilia para buscar una salida negociada en el corto plazo.
Los sectores afectados presionan al Gobierno brasileño para que logre suavizar el impacto, mientras que las autoridades comerciales estudian escenarios alternativos en caso de que el diálogo con Trump no prospere.
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