En concreto, según los datos divulgados en febrero por el organismo central de Bolivia, las reservas se encuentran en los 3.538 millones de dólares (unos 3.340 millones de euros). Esta cifra, según el propio banco, es reflejo de «estabilidad», pero supone una de las cifras más bajas desde 2014, cuando se superaban los 15.000 dólares (14.181 millones de euros).
Esta reducción, provocada principalmente por la caída de las exportaciones y el contexto internacional de inflación, ha despertado cierto temor entre la población, que se ha lanzado a comprar dólares para mantener sus ahorros. Como respuesta, desde el Banco Central de Bolivia se han puesto a disposición de la ciudadanía para frenar este incremento de la demanda y garantizar el reparto de dólares, aunque en algunas oficinas ya se han dado quejas por el cierre de las ventas de la moneda estadounidense.
Desde el Gobierno han expresado su confianza en que la situación se controle lo más pronto posible, una vez que los ciudadanos se den cuenta de que Bolivia no es «una economía dolarizada» y el problema «no es real».
«Frente a la necesidad de dólares que han propagado distintas voces para desatar la alarma social, el banco central va a seguir atendiendo a todas las personas que requieran de dólares y demostrar así que la preocupación carece de sentido», ha apuntado en una entrevista la viceministra de Pensiones y Servicios Financieros de Bolivia, Ivette Espinoza.
En cifras, desde el ministerio de Economía han calculado que el banco central ha puesto a disposición un total de 240 millones de dólares (unos 2.270 millones de euros) para atender «regularmente» la demanda. «Esperamos que se de un descenso de este brote especulativo y de sobredemanda, provocado por un simple rumor», ha explicado el ministro boliviano del ramo, Marcelo Montenegro.
Al mismo tiempo, en las últimas semanas se ha producido una caída del bono soberano de Bolivia, lo que desde el Gobierno han enmarcado en la volatilidad de los mercados internacionales.