Los nuevos datos suponen un impulso a la recuperación en el país sudamericano tras la contracción intertrimestral observada en el segundo trimestre (-0,9%).
La economía argentina se benefició entre julio y septiembre del impulso de consumo, tanto público (3,4%) como privado (2,8%). No obstante, la inversión, medida en formación bruta del capital, experimentó un descenso del 1,2%. Por el lado de la balanza comercial, las exportaciones crecieron un 7,3%, mientras que las importaciones se incrementaron un 1,7%.
En términos interanuales, el PIB argentino creció un 11,9%, impulsado por todos los indicadores, que registraron variaciones positivas. El consumo privado creció un 12,1% y el público un 11,5%, la inversión se impulsó un 21,2% y las exportaciones (18,8%) y las importaciones (26,2%) también observaron registros positivos.
En comparación con el año anterior, prácticamente todos los grupos de actividad registraron variaciones positivas. Solo agricultura, ganadería, caza y silvicultura (-0,8%) se apuntaron un ‘número rojo’. En contraposición, destacaron los incrementos de las actividades de hoteles y restaurantes (59,8%) y otras actividades de servicios comunitarios, sociales y personales (81%).
Las previsiones del ministro de Economía argentino, Martín Guzmán, apuntan a un crecimiento del 10% este año, tras haber observado una caída del 9,9% en 2020 con motivo de la pandemia, y un alza del 4% para 2022.