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Roger Agnelli deja la presidencia de Vale do Rio

Dilma gana la batalla que Lula perdió

Era una vieja pretensión del Partido de los Trabajadores (PT). Pese a sucesivos intentos, el ex mandatario brasileño Lula da Silva no logró que alguien afín a su Gobierno se hiciera con la presidencia de la principal exportadora de hierro del mundo, Vale do Rio. La participación del Estado en el accionariado o las campañas políticas no dieron resultados. Sin embargo, Dilma Rousseff ha terminado el trabajo. El díscolo Roger Agnelli ha dimitido esta semana. Falta por saber el nombre de su sucesor pero, a buen seguro, será más dócil con los intereses nacionales. Era una vieja pretensión del Partido de los Trabajadores (PT). Pese a sucesivos intentos, el ex mandatario brasileño Lula da Silva no logró que alguien afín a su Gobierno se hiciera con la presidencia de la principal exportadora de hierro del mundo, Vale do Rio. La participación del Estado en el accionariado o las campañas políticas no dieron resultados. Sin embargo, Dilma Rousseff ha terminado el trabajo. El díscolo Roger Agnelli ha dimitido esta semana. Falta por saber el nombre de su sucesor pero, a buen seguro, será más dócil con los intereses nacionales.

Las desavenencias del presidente en funciones, Roger Agnelli, con Lula y Rousseff eran de orden público. Primero el sindicalista y ahora la ex guerrillera, han presionado a la dirección de Vale con el fin de que la empresa minera tomara un mayor protagonismo en las necesidades del país. La creación de empleo era la principal petición, para la cual, solicitaban a la principal exportadora de hierro que hiciera un esfuerzo por desarrollar la industria del acero, muy primaria en Brasil.

Sin embargo, Agnelli, cuyo contrato finalizaba en abril, no ha dado su brazo a torcer. Sus 10 años al frente de la empresa han servido para potenciar la internacionalización de la minera. Por el contrario, lo ha hecho en base al hierro, vía que el ya ex presidente no quería abandonar. Pero la decisión estaba tomada, el ex directivo de Bradesco debía abandonar su cargo antes del viaje que llevará a Rousseff a China para asistir a la cumbre del BRIC (Brasil, Rusia, China e India) entre el 12 y el 15 de abril.

China no solo es el principal socio comercial de Brasil, cuyas transacciones han crecido un promedio del 47,5% anual, sino que además es el mayor importador mundial de hierro y la minera Vale, su principal proveedor. Fuentes de la presidencia brasileña habían confirmado, antes de producirse su dimisión, que el asunto de la sucesión de Agnelli debía resolverse antes del viaje.

Las presiones han sido numerosas y en una dirección. El Estado posee la mayoría accionarial, un 61,51%, de la minera. Sin embargo, los estatutos de la empresa señalan que para poder intervenir en el nombramiento o sustitución del presidente, se debe contar al menos con el 75% del accionariado. De ahí que al menos una accioncita más, en este caso Bradesco, el mayor banco de América a Latina, debía dar su consentimiento.

El banco ha sido en los últimos años su principal valedor. Sin embargo, la presión gubernamental ha terminado por doblar su voluntad. Bradesco, antes de confirmarse la dimisión de Agnelli, había solicitado que se contratara a una empresa que facilitara una terna de candidatos para el puesto. Por el contrario, no parece que esto vaya a ocurrir. No hay candidatos claros, pero el nombre de Tito Martins, director de operaciones de metales básicos de la empresa y jefe de la subsidiaria canadiense Inco, parece haber tomado ventaja.

El debate se ha encarnecido en Brasil. Muchos dudan de que el Estado deba intervenir en la política empresarial de Vale y recuerdan que cuando la gestión dependía del ejecutivo, esta devino en ineficacia y corrupción. Otros, los afines a los deseos del Gobierno, consideran que la empresa puede y debe renunciar a algunos beneficios con el fin de ayudar a la nación, que se esfuerza por mejorar las condiciones de vida de los muchos desfavorecidos que todavía existen.

Tanto Petrobras, la mayor petrolera de América Latina por beneficios, como Vale, fueron objeto de privatizaciones parciales en un momento en el que el Estado brasileño necesitaba imperiosamente de entrada de dinero en efectivo. Ambas compañías han adoptado una filosofía de libre mercado que las ha convertido en empresas punteras a nivel mundial. De ahí que muchos teman los resultados que un retorno al pasado pueda suponer.

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