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La mala gestión del Gobierno de Chávez hace perder confianza a los inversores internacionales

Los costes de financiación de PDVSA, disparados

La última emisión de bonos a diez años de Petrobras, la petrolera brasileña, fue colocada a un interés del 5,4%. PDVSA está muy lejos de suscitar la misma confianza. En su última salida a los mercados financieros, hace apenas dos semanas, emitió bonos por valor de 3.000 millones de dólares a un interés del 12,75%. La petrolera estatal venezolana, que dos años atrás colocaba deuda a un interés del 5,12%, está siendo arrastrada por la deficiente gestión empresarial que los diferentes responsables chavistas han realizado. La última emisión de bonos a diez años de Petrobras, la petrolera brasileña, fue colocada a un interés del 5,4%. PDVSA está muy lejos de suscitar la misma confianza. En su última salida a los mercados financieros, hace apenas dos semanas, emitió bonos por valor de 3.000 millones de dólares a un interés del 12,75%. La petrolera estatal venezolana, que dos años atrás colocaba deuda a un interés del 5,12%, está siendo arrastrada por la deficiente gestión empresarial que los diferentes responsables chavistas han realizado.

Petróleos de Venezuela (PDVSA) ya no es esa empresa digna de confianza que ocupaba, hasta 2009, el primer puesto de las mayores compañías de América Latina. Después de su renacionalización en 2003, la petrolera ha visto como buena parte de sus ingresos, que antes de dirigían a la inversión, iban a parar a la financiación de las políticas del presidente Hugo Chávez. Arrastrada por esa excesiva vinculación a la proclamada Revolución bolivariana, sufre ahora las consecuencias. Ya no ofrece a los inversores la seguridad que un día irradiaba.

Esta progresiva decadencia de Petróleos de Venezuela contrasta con la de su principal competidora en América Latina. Petrobras, que ha ido escalando puestos en el ranking de mayores empresas del subcontinente hasta desbancar de los dos primeros puestos a la mexicana Pemex y a la propia PDVSA, colocó, el pasado 20 de junio de 2010, bonos a 10 años a un interés del 5,4%, muy alejado de lo que ahora abona la estatal venezolana e incluso de lo que lo hacía por esas fechas.

Lo cierto es que la petrolera brasileña ha hecho muy bien su trabajo en los últimos años. Además de ampliar sus reservas con nuevos hallazgos y gracias a la colaboración con otras compañía internacionales, ha reinvertido los beneficios logrados para continuar con su expansión. Esto es, según los críticos con la gestión que el Gobierno de Chávez hace en PDVSA, lo que no ha podido realizar la estatal venezolana.

La pasada semana, el presidente de la petrolera venezolana, Rafael Ramírez, justificaba la mala marcha de la compañía en base a que cumple una presunta función de control de la inflación. El directivo aseguraba que PDVSA pierde cerca de 1.500 millones de dólares al año a causa de la subvención que el Estado aplica sobre la gasolina y recordaba que esta lleva 12 años sin subir de precio.

Este es simplemente un ejemplo de la función económica que la petrolera desarrolla, pero hay más. A la empresa estatal se le asignó no sólo que financie directamente los planes de vivienda que se fijó el Gobierno, una de las principales promesas electorales de Chávez, sino que también le compete la ejecución de varias de las obras que se prevén finalizar en 2011 y 2012. Para acometerlo, PDVSA ha emitido bonos que han su deuda financiera a 24.900 millones de dólares.

Según datos aparecidos en los últimos días, Petróleos de Venezuela (PDVSA) destinó en 2010 a programas sociales del gobierno casi el doble de lo que invirtió en la propia industria petrolera, «desvirtuando», según analistas, la esencia de la compañía, motor de la economía venezolana. Según cifras suministradas por el propio ministro de Energía, Rafael Ramírez, PDVSA invirtió 11.878 millones de dólares el año pasado dentro de un plan para aumentar en 50% la producción de crudo hasta 2015 y, al mismo tiempo, destinó 20.038 millones de dólares a programas sociales del gobierno del presidente Hugo Chávez.

Hay que recordar que la petrolera estatal es la principal fuente de divisas del país. El 92% de estas llegan por medio de la venta de petróleo en el extranjero, por lo que una caída de su producción o un excesivo endeudamiento para satisfacer tanto el servicio social que cumple como para acometer las inversiones necesarias para seguir produciendo, sería muy peligroso para Venezuela.

Analistas de Capital Economics, una firma de investigación londinense, especulaban la pasada semana con la posibilidad de que Venezuela no pueda hacer frente al pago de su deuda en 2012. Ciertamente, es una previsión bastante aventurada. Teniendo en cuenta los precios del petróleo, que en estos días de revueltas en los países árabes ha alcanzado los 120 dólares el barril de Brent, no tienen visos de caer en exceso, PDVSA tiene margen para ampliar sus ganancias.

Sin embargo, el hecho de que con el petróleo a esos precios, PDVSA tenga que abonar hasta un 12,75% para colocar sus bonos a 10 años, es el reflejo de la desconfianza que la economía venezolana suscita en el exterior. Las nacionalizaciones de empresas, la caída en picado de su PIB, que apenas ha sumado un 4,9% en los últimos 12 años, o la escasa creación de empresas privadas, así como la inseguridad en el amito social, no tranquilizan a quienes tienen que apostar su dinero en este juego de la inversión.

En este contexto, el estado venezolano depende cada vez más de los ingresos que provienen de la petrolera estatal, que representan el 50% de todo lo que ingresa. La caída de las exportaciones de productos no petroleros y el frenazo de la producción dentro del país, han tenido que ser sustituidos por una creciente importación de productos. Para ello, además del dinero que proviene de PDVSA, el gobierno de Chávez ha tenido que acudir al crédito internacional, al chino más concretamente. 12.000 millones de dólares han llegado en los últimos años de manos chinas, que ha elegido petróleo a cambio de dinero, por lo que la petrolera estatal no podrá contar con ese dinero en forma de ingresos.

La deuda pública neta se elevó del 14% del PIB en 2008 al 29% el año pasado, y el Economist Intelligence Unit espera que llegue a 35% en 2011. Unos número difícilmente sufragables para un país con cada vez menos ingresos y cada vez más gastos. Una situación de difícil solución en el que PDVSA, en mitad de ese marasmo económico y como parte del mismo, está pagando las consecuencias.

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