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Los seguidores del Comandante se lamentan de que se le exhiba de manera innecesaria

La salud de Fidel

Fidel Castro ha reaparecido esta semana en público después de tres meses de ausencia. Una charla frente a intelectuales de toda América Latina, encuadrada en la Feria del Libro que se celebra en La Habana, ha servido para poder verle en acción. En total, cinco horas de conversación que fueron televisadas por el canal público cubano y que mostraban que líder revolucionario no está ya capacitado para gobernar. Tal vez por eso, porque sus debilidades de hoy echan por tierra sus fortalezas de ayer, los fidelistas se preguntan estos días, ciertamente apenados, qué necesidad hay de exhibir al Comandante en tales circunstancias. Fidel Castro ha reaparecido esta semana en público después de 3 meses de ausencia. Una charla frente a intelectuales de toda América Latina, encuadrada en la Feria del Libro que se celebra en La Habana, ha servido para poder verle en acción. En total, 5 horas de conversación que fueron televisadas por el canal público cubano y que mostraban que líder revolucionario no está ya capacitado para gobernar. Tal vez por eso, porque sus debilidades de hoy echan por tierra sus fortalezas de ayer, los fidelistas se preguntan estos días, ciertamente apenados, qué necesidad hay de exhibir al Comandante en tales circunstancias.

La situación es paradójica. Según se rumorea en la Isla, el tiempo ha hecho de Castro una especie de marioneta a la que su hermano Raúl, presidente cubano desde que Fidel abandonó el cargo en 2006, expone a la opinión pública siempre con un objetivo oculto. La imagen del Comandante siempre ha para fines políticos. Su presencia en público era, en los muchos momentos críticos por los que ha pasado el país desde el inicio de la Revolución, un acicate para sus seguidores. Sin embargo ahora, cuando su imagen apenas recuerda ya al impetuoso orador cuyos discursos de horas se hicieron famosos, esos mismos seguidores se lamentan de ver a su líder mostrar sus obsesiones.

Pero, además de sentirse apenados por la imagen que su Comandante deja a su paso, son esos objetivos “oscuros” los que parecen doler más a los fidelistas. Como ya ocurriera en la URSS, parece que en Cuba, que está en proceso de abandonar la ideología comunista para convertirse en otra cosa, quién sabe qué, un pequeño grupo de aquellos que ahora forman parte del Gobierno y su entorno, se va a repartir los bienes estatales. Según todos los indicios, el reparto ya está en marcha.

La pasada semana, la compañía estatal Rafin se hacía con la participación de Telecom Italia en ETECSA (27%), la compañía telefónica nacional. De esta manera, las aurotidades cubanas terminaban con la inversión extranjera en esta compañía y sacaba a flote los otros accionistas de la misma. Estos no son otros que Telefónica Antillana (51%), Universal Trade & Management Corporation (11%), Banco Financiero Internacional (6,15%), Negocios en Telecomunicaciones (3,82%) y Banco Internacional de Comercio (0,92%). Todas ellas, a su vez, estatales, aunque se desconoce a quién pueden pertenecer, al ser Cuba una economía centralizada en la que todo pasa por La Habana.

Rafin desembolsó en la operación 706 millones de dólares (unos 523 millones de euros). Sin embargo, las autoridades de La Habana aún no saben muy bien qué hacer con ese porcentaje; si vendérselo a un inversor extranjero –y ya hay varios interesados- o si quedárselo. En cualquier caso, todo parece indicar que si el mercado de telefonía termina siendo liberalizado, como así parece que ocurrirá más pronto que tarde, alguien, hay quien apunta al vicepresidente Ramiro Valdés, ya está tomando posiciones.

Sólo seis días después de iniciado este año clave para el futuro de Cuba, Raúl Castro ha anunció una curiosa remodelación de su Gabinete en la que Valdés perdía su puesto como ministro tecnológico, pero reforzaba sus poderes como vicepresidente.

Muchos opinan que estos cambios en el Gobierno suponen de hecho, el reconocimiento del verdadero poder que acumulan los jugadores que luchan en el tablero de la Isla por el reparto del poder y la propiedad dentro un posible escenario futuro en el que la economía y la política de la Isla queden en ‘manos’ privadas.

Los diplomáticos internacionales peor pensados, creen que Valdés ya ha definido la parte del sistema productivo que reclama para sí. Justo la que se corresponde con las carteras que supervisará (Construcción, la Industria Básica e Informática y las Comunicaciones). Eso podría significar que otros buenos negocios como el turismo se quedarían en el entorno de Raúl Castro.

La división parece clara si hay que hacer caso a esta versión tan poco argumentada. A medio plazo, serán dos grandes corporaciones empresariales las que articulen el reparto con el que especula la rumorología cubana.

Según Radio Bemba (como se conoce a dicha rumorología), Valdés se hará cargo de un renovado y fortalecido “Grupo de la Electrónica”, empresa que él mismo creó en los años en los que estuvo aparentemente alejado del poder, mientras que Raúl Castro, que ha situado a su yerno al frente de Gaviota, se quedará con la parte del león del negocio turístico. Esto es, como lo cuenta Radio Bemba, es algo parecido a lo que sucedió en la antigua Unión Soviética, cuando se produjo el desmantelamiento de la estructura comunista.

Esté es simplemente un ejemplo de cómo podrían estar funcionando en la actualidad las cosas en Cuba, pero en este contexto de cambio político, aquellos que siguen valorando a Fidel como la figura épica que ha ido forjando el mito, entienden que el Comandante, con prolongadas intervenciones públicas que minan su salud y dejan al descubierto los achaques de la edad, está siendo utilizado para hacer ver a los posibles inversores extranjeros que ya no cuenta en la realidad política cubana. Es decir, los fidelistas consideran que se está sometiendo al histórico líder a una humillación innecesaria con fines meramente personales y egoístas.

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