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El nuevo modo

Nueva inflexión

Alguna vez referimos en esta columna el proceso exponencial de avance del proyecto totalitario chavista entre su triunfo del 15 de febrero del año pasado y los acontecimientos de junio en Honduras y semanas posteriores en Venezuela. Estos últimos representaron una evidente inflexión, no profundizada, más por la ceguera no chavista que por las condiciones objetivas existentes. En adelante, la situación ha sido volátil, incluso con marasmos. Hasta que llegaron las crudas realidades del racionamiento, las nuevas caídas de la producción nacional, la devaluación, la represión económica, las expropiaciones, un nuevo piso de ataque a los medios y la nueva presencia de la violencia ilegítima bajo protección oficial. Nueva inflexión, en contexto nacional cambiante y datos globales de interés. Alguna vez referimos en esta columna el proceso exponencial de avance del proyecto totalitario chavista entre su triunfo del 15 de febrero del año pasado y los acontecimientos de junio en Honduras y semanas posteriores en Venezuela. Estos últimos representaron una evidente inflexión, no profundizada, más por la ceguera no chavista que por las condiciones objetivas existentes. En adelante, la situación ha sido volátil, incluso con marasmos. Hasta que llegaron las crudas realidades del racionamiento, las nuevas caídas de la producción nacional, la devaluación, la represión económica, las expropiaciones, un nuevo piso de ataque a los medios y la nueva presencia de la violencia ilegítima bajo protección oficial. Nueva inflexión, en contexto nacional cambiante y datos globales de interés.

Si Chávez fuera una empresa, estaría técnicamente quebrado. Su tasación lo saca del juego. Su valoración a futuro es aún peor. Para nosotros el problema no es Chávez. El problema es Venezuela. También está a punto de cierre. Y a futuro, a menos que cambien las cosas, sólo la salva una fusión. Cuál, es un tema nacional crucial. De profundísima implicación en lo más profundo de la nacionalidad.

Sin generación eléctrica, las dos únicas soluciones teóricas son un profundo racionamiento, con todas sus muy diversas y gravísimas implicaciones, y una importante inversión en tecnologías contingentes. Lo primero define un escenario de caos. No habrá dinero disponible al público o al costo de grandes colas y la capacidad de refrigeración y operación de electrodomésticos sufrirá daños considerables. Lo segundo, se dice que no ha operado por la inmensa corrupción de la claque militar y sus cómplices boliburgueses. Y sucede que la corrupción es uno de los componentes esenciales del ADN chavista.

Con una PDVSA como la actual, aun maquillada y entubada, pero sometida inclementemente a los delirios del caudillo (la última: PDVACA, la misión de poblar de vacas inexistentes un espacio inundable y hostil, mayor a varios países europeos), el destino es PETROBRAS. ¡Venezuela será suplida de petróleo por Brasil! Mientras la petrolera brasileña, sin tradición de producción masiva, se convierte en una de las grandes mundiales y muestra un desempeño global, incluso en bolsas, la venezolana se confina a la asociación con los maulas del mundo.

Imaginen, entonces, un escenario base sin petróleo (o con una producción severamente mermada), sin electricidad ni agua y sin aparato productivo. Con Chávez, sólo el Foro de Sao Paulo (o sea, Brasil, porque aunque jefe, Fidel es sólo un proxeneta) podría aparecer como el Chapulín Colorao de la historia. No deja de tener significado la reciente hipótesis de la entrega de mando de tropas a oficiales cubanos. Pero, Brasil, a pesar de los amapuches de Davos a Lula, se encuentra en un momento también crucial. Cuidado con sorpresas.

Cobra fuerza, entonces, la idea-fuerza de que la solución no está en Chávez. Un trade-off de alto vuelo apunta a sus rechazados socios naturales de la Comunidad Andina de Naciones y a otros esquemas de relación. Europa también está necesitada de futuro. Cohn-Bendit acaba de lanzarle el pañuelo a Rodríguez Zapatero. Pero, el grupo de reflexión sobre el tema lo dirige Felipe González. El quid no puede ser el sistema financiero. Tiene que ser la economía real. Y lo ecológico fue y sigue siendo un problema tecnológico. Hay una agenda pendiente, relativa a la economía real, comunitaria y global.

Se me vienen a la mente viejos estudios sobre la recursividad de los sistemas. Una sinapsis en los mínimos confines de la demencia chavista cambia las cosas en su desempeño y en Venezuela y abre una oportunidad a las vías de solución a un muy relevante problema venezolano y latinoamericano y al futuro de Europa.

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