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Ciencia y razón

Final de un año

Estamos ya próximos a que finalice este 2009, año en el que se ha celebrado el II Centenario del nacimiento de Charles Darwin y el 150 aniversario de su obra “El origen de las especies”, que es uno de los libros más leídos, más criticados y ensalzados a lo largo de todo el siglo XIX. Darwin era un naturalista, mas que un biólogo. Había habido otros naturalistas, como, por ejemplo, Linneo, Buffon o Lamarck. Trataban de inventariar la naturaleza, no solamente la parte viva, animales y plantas, sino también los minerales. Estamos ya próximos a que finalice este 2009, año en el que se ha celebrado el II Centenario del nacimiento de Charles Darwin y el 150 aniversario de su obra “El origen de las especies”, que es uno de los libros más leídos, más criticados y ensalzados a lo largo de todo el siglo XIX. Darwin era un naturalista, mas que un biólogo. Había habido otros naturalistas, como, por ejemplo, Linneo, Buffon o Lamarck. Trataban de inventariar la naturaleza, no solamente la parte viva, animales y plantas, sino también los minerales.

Después de graduarse como bachiller en Artes con una excelente calificación, Darwin tuvo la posibilidad de hacer realidad uno de sus sueños. El ‘Beagle’ estaba a punto de zarpar y su capitán Robert FitzRoy necesitaba que le acompañase un naturalista en su viaje alrededor del mundo. El ‘Beagle’ era un barco hidrográfico que realizaba exploraciones por diferentes territorios del mundo financiadas por el Gobierno británico. El objetivo principal de este viaje era terminar el estudio topográfico de las costas argentinas, chilenas y peruanas en aguas del Atlántico y del Pacífico así como explorar algunas islas. Después de atravesar el golfo de Vizcaya y el cabo Finisterre, el ‘Beagle’ entró en el Puerto de Santa Cruz. Después tomó rumbo hacia Cabo Verde y más tarde ancló en el puerto de Porto Praya, en la isla de Sao Tiago.

Darwin empezó ya a sentirse enfermo. De él se ha dicho que tenía una salud de hierro, pese a ser de un temperamento enfermizo a lo largo de toda su existencia. Después de pasar por Montevideo, llegaron a Buenos Aires y luego viajaron hacia el sur. En la Tierra del Fuego, Darwin se asombró de la forma de vida que llevaban los aborígenes de la zona, quienes se movían prácticamente desnudos en temperaturas inferiores a los cero grados. Después de pasar por Valparaíso, el ‘Beagle’ viajó a Perú. Ya en este país, contempló los vestigios del terremoto que asoló Lima en 1740, tal como señala en “Viaje de un naturalista alrededor del mundo”.

Situadas a unos novecientos kilómetros de la costa americana del Pacífico, “las encantadas”, como eran conocidas las Islas Galápagos, destacaban por la variedad de su fauna y la actividad volcánica existente en ellas. Para él, las iguanas, los galápagos, los pinzones y muchas de las especies con las que se encontró le resultaron novedosas. Le llamó la atención que las especies de pinzones variaban de acuerdo con la isla en la que se encontraban. Aunque no había elaborado lo suficiente sus teorías, su permanencia en las Galápagos resultó esencial para su labor posterior como naturalista. Después el ‘Beagle’ partió hacia Tahití, recorrió Nueva Zelanda, Australia, Tasmania y llegó a las islas Cocos. Tras recorrer el océano Indico, el barco pasó por las Maldivas, Mauricio, Cabo de Bueno Esperanza, Santa Elena y las costas brasileñas. Por fin en 1836, casi cinco años después de iniciada la travesía, llegó a la costa inglesa de Cornualles.

Este viaje cambió su vida. Posteriormente, no hizo más que reflexionar y clasificar todo el material que había recogido.

Fue en 1838 cuando se le ocurrió la idea básica de la selección natural, es decir que no hay una tendencia intrínseca que obligue a la especies a evolucionar en una dirección determinada; es decir no existe una fuerza que empuje a las especies a avanzar según una jerarquía predeterminada, ni existe una escala evolutiva por la que deben ascender todas las especies. Si se trasladan especies a lugares diferentes y aislados, cada una de ellas cambiará sin referencia a las otras y el resultado será un grupo de especies distintas pero relacionadas. Darwin conoció el “Ensayo sobre el principio de población” de Malthus. Acabó trasladando a la Biología el principio de la lucha por la existencia, que había descrito el economista británico. La teoría de la herencia, que formuló el monje agustino Gregor Mendel no fue vista por Darwin, pues las investigaciones de este apenas fueron conocidas y cuando fueron redescubiertas, en 1900, por el holandés Hugo de Vries, Darwin ya había muerto.

En este año se ha recordado su vida, sobre todo el viaje en el ‘Beagle’ y sus teorías que algunos, sobre todo protestantes norteamericanos juzgan hostiles al Cristianismo. No sucede así con los católicos. Además, como ha descrito magistralmente Karl Popper toda teoría científica es fruto de una época y explica lo que se conoce hasta esa época. Después vendrá otra teoría que superará a la ya existente, pues la ciencia no pretende la verdad absoluta sino que pretende explicar racionalmente lo que se conoce hasta un momento histórico determinado.

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