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El nuevo modo

No es tiempo de medias tintas

El liderazgo democrático venezolano –de la unidad o independiente- comienza a movilizarse y opinar sobre la política de cara al 2012, oportunidad de una renovación amplia de gobiernos, incluido el presidencial. Más que la disparidad de criterios, quiero destacar su existencia. Comienzan a surgir posiciones, circunstancia claramente positiva. Varios temas ocupan y dinamizan a ese liderazgo. El liderazgo democrático venezolano –de la unidad o independiente- comienza a movilizarse y opinar sobre la política de cara al 2012, oportunidad de una renovación amplia de gobiernos, incluido el presidencial. Más que la disparidad de criterios, quiero destacar su existencia. Comienzan a surgir posiciones, circunstancia claramente positiva. Varios temas ocupan y dinamizan a ese liderazgo.

Lo positivo de la unidad es unánime, sin duda. Parece –sólo parece- haber aceptación de las primarias. No hay acuerdo sobre su fecha. Tampoco sobre la conducta frente a Chávez y su desbocado régimen. Menos –es natural- acerca de los atributos necesarios a los candidatos, sobre todo, el presidencial. Poco se toca lo relativo a temas como estrategia y propuestas; por ejemplo, de un Proyecto Nacional de Paz y Progreso. Preocupa la disyuntiva entre liderazgo y política. Se hace mención, con limitación, de los problemas sociales. Sólo uno habla de la necesidad de pensar en términos de “transición hacia la democracia”. Nadie habla de la formalización de un Pacto Social y de Gobernabilidad.

Los temas de la agenda política venezolana están reflejados en la referencia anterior. Como decíamos arriba, su presencia es positiva. Falta su canalización y conversión en alicientes políticos.

Nuestro criterio es que la unidad debe ser ampliada a mayor pluralidad, hacia independientes y disidentes de lado y lado. El componente emocional de la política y los intereses partidistas parecen ser el principal obstáculo. El mecanismo debe ser las primarias. Y debería ser, como muy pronto, a finales del año próximo. No antes. Son muchos los temas políticos, estratégicos y organizativos que deben ser tratados antes. La contención de las arremetidas totalitaristas de Chávez y sus formas de expresión política es uno de ellos. Sobre los atributos de los candidatos, opto por caras frescas, demostrada capacidad y compromiso de futuro, más que nostalgia por el pasado. La estrategia y sus propuestas sustantivas deben ser integrales y atractivas: un proyecto es conveniente. Ningún mesías, ni zambo ni rubio es necesario. Lo importante es la política. En el manejo de las propuestas de solución a los problemas sociales, aplicarían dos condiciones: que estén enmarcadas en el proyecto y que sean creativas, efectivas y rigurosas. Basta de populismo. Un pacto, como el mencionado, debería ser avanzado. Y se debería asumir la propuesta de Diego Arria, de una estrategia explícita de “transición a la democracia”.

Todo lo anterior, en un proceso extensamente democrático. Abierto, en todo el territorio, inclusivo, progresivo, plenamente difundido. O sea, la expresión de una política que impregne a toda la sociedad venezolana.

Tal como hemos venido planteando, el reconocimiento específico del entorno político –un conflicto severo entre totalitarismo comunistoide y libertad- plantea un caso de múltiples exigencias a la acción política de los sectores democráticos. Golpear el bloque dominante, lograr el trasvase de adherentes, demostrar superioridad cualitativa y cuantitativa, crear un nuevo bloque de neta pluralidad, son temas de la política de esta transición hacia la democracia.

El juego para mí es claro: el régimen, con la irregularidad del conflicto a su favor, sabiéndose en minoría electoral, pero dueño de la institucionalidad, incluida la electoral, no va a arriesgar una pérdida. El margen de ventaja de los demócratas no es suficiente. Sólo una mayoría sólida puede permitir ganar. Eso no sólo debe ser patente en los comicios, sino, sobre todo antes, de manera explícita. El régimen sigue destrozando e intimidando. Eso tiene que ser aprovechado por los demócratas. No hay otra opción que la lucha frontal. O aprovechar sus giros tácticos. El que viene no puede ser tiempo de medias tintas.

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