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Los especuladores financieros internacionales buscan negocio en los mercados de divisas de América Latina

Las tres divisas latinoamericanas más valoradas en la actualidad por los expertos son el peso mexicano, el real brasileño y el peso colombiano, pero su trayectoria, más o menos, alcista, también puede verse truncada por los acontecimientos que se esperan para el próximo semestre. O eso es al menos, la idea que piensan explotar los especuladores financieros internacionales que han fijado ahora su objetivo en las monedas de la región. Las tres divisas latinoamericanas más valoradas en la actualidad por los expertos son el peso mexicano, el real brasileño y el peso colombiano, pero su trayectoria, más o menos, alcista, también puede verse truncada por los acontecimientos que se esperan para el próximo semestre. O eso es al menos, la idea que piensan explotar los especuladores financieros internacionales que han fijado ahora su objetivo en las monedas de la región.

El peso mexicano perderá el paso por las peores expectativas de la economía estadounidense. Aún así, las apuestas mantienen un cambio de 12,25 unidades por dólar y se le ve como rápido beneficiario de cualquier regreso puntual del apetito por el riesgo entre los inversores.

El real se puede ver perjudicado por el recorte del superávit comercial de junio. La demanda interna se ha recuperado, pero el miedo a que las exportaciones no repunten juega en contra de la divisa del país de Lula da Silva que se mantendrá en un cambio de 1,75 unidades por dólar.

El peso colombiano se ha beneficiado de la entrada de capital exterior, lo que ha permitido al Tesoro mantener la financiación del déficit. La victoria electoral de Santos ha tranquilizado a los fondos que retiraron parte de su inversión. cuando había posibilidades de que el candidato conservador no ganara las presidenciales. Ahora seguirá en el entorno de 1.870 unidades por dólar.

Varios informes recientes de los servicios de estudios de los bancos de inversión internacionales parecen marcar la tendencia hacia una nueva ‘moda’ en los mercados de divisas. Si se confirma, el dólar estadounidense perderá parte de su fortaleza a favor del euro y el yen y, al final del trimestre, el cambio entre la moneda única y el billete verde podría volver a situarse en el entorno de las 1,30 unidades.

A pesar de esta opinión, bastante compartida por los gabinetes de análisis de media docena de grandes brokers, ninguno de ellos arriesga un pronóstico sobre lo que podría durar la tendencia.

En opinión del analista jefe de divisas de HSBC, David Bloom, lo que está a punto de pasar es que terminará definitivamente la apreciación de los operadores de que en una circunstancia en que los datos macroeconómicos de EEUU empeoran, el dólar debe fortalecerse porque es un refugio seguro.

Al contrario, lo que viene es un realineamiento de las carteras que puede tener dimensiones dramáticas. La economía estadounidense parece a punto de desacelerarse, en un momento en el que otros países pueden entrar en un periodo sostenido de crecimiento.

Además, otros analistas anticipan aumentos en los tipos de interés de algunos países en los que las presiones inflacionistas empiezan a manifestarse desde hace un tiempo con contundencia.

Otra circunstancia que puede debilitar a corto plazo al billete verde es el hecho de que la prima derivada de la posibilidad de que el euro se rompiese y algunos países, como Grecia o Portugal, pudiesen ser expulsados de la moneda única, ha dejado de ser considerada por los operadores tras la presentación de los últimos planes de ajuste.

Por lo tanto, el nuevo giro de la rueda afectará negativamente al dólar pero, como decíamos al principio, la duración de este fenómeno puede restringirse a un trimestre y poco más.

El concepto constante de la búsqueda del menor riesgo en un entorno aún volátil, más la conexión entre distintos activos que, en apariencia, no la tendrían, ha complicado aún más el seguimiento de las decisiones de inversión de los últimos tiempos, en los que todo parece moverse por ciclos que se desvanecen tan rápido como llegaron.

Algunos expertos consideran que desde que estalló la crisis los mercados tienden a obsesionarse con una idea y a actuar sólo en función de ella, hasta que es abandonada con la misma rapidez con que se adoptó.

Al principio de las hostilidades, el dólar pagó el precio de su posible desaparición como moneda de reserva, debido al lamentable estado de su sector financiero tras el estallido de la crisis.

Luego llegó la creencia de que el euro se rompería por el exceso de gasto público de los países del sur de Europa. Ahora, los mercados parece buscar una nueva idea motor.

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