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Diplomacia

Tras esquivar los golpes de Trump, México deberá aprender a lidiar con Biden

Los dos vecinos "se deben enfocar en los próximos años en promover el desarrollo en las zonas fronterizas y el comercio".

Un grupo de personas asistiendo al debate electoral entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el candidato demócrata, Joe Biden

Tras lidiar durante dos años con Donald Trump, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador deberá aprender a tratar con el estilo de Joe Biden, en apariencia sutil pero que impulsa una agenda comercial, migratoria y ecológica contrapuesta.

«Con la esperanza de una vacuna efectiva para el coronavirus que se ponga en marcha durante 2021, existen buenas expectativas comerciales para México y EEUU», explicó a Sputnik el doctor en economía Alejandro Díaz, investigador del Colegio de la Frontera Norte (Colef) en Tijuana, ciudad limítrofe.

VECINOS DISTANTES

Los dos vecinos «se deben enfocar en los próximos años en promover el desarrollo en las zonas fronterizas y el comercio, a través de mejoras e innovaciones en infraestructura y en el manejo de la cadena de provisiones», considera el investigador del Colef.

El comercio es vital para México, que exporta casi 360.000 millones de dólares al año a EEUU.

Casi una tercera parte de las ventas al exterior son autopartes y automóviles, con un importante componente de piezas traídas desde plantas estadounidenses y de Asia.

Otro 25 por ciento de los productos exportados al mayor mercado mundial son computadoras, teléfonos móviles y pantallas de televisión, ensambladas en las ciudades industrializadas del centro y norte mexicano.

Trump amenazó con romper el Tratado de Libre Comercio de América del Norte si sus socios no aceptaban su exigencias proteccionistas para favorecer a los proveedores estadounidenses.

El amago fue de imponer costosos aranceles a miles de productos mexicanos importados por EEUU si no se aceptaba frenar la migración de decenas de miles de caravanas de indocumentados.

México aceptó y desplegó unos 25.000 agentes de la nueva Guardia Nacional, pero celebró la entrada en vigor de la nueva versión del pacto comercial en julio de este año que termina, tras dos años de tratativas.

Aceptó además albergar en territorio mexicano a unos 80.000 refugiados que huyen de la persecución en sus países, a la espera de respuestas a sus solicitudes de asilo en EEUU, sin solución en el horizonte.

No es poca cosa lo que estaba en juego: más del 60 por ciento de los casi 19,5 millones de empleos formales que existen en México dependen directa o indirectamente de las exportaciones a EEUU.

Pero ante un salario mínimo de apenas 150 dólares al mes, los días de la mano de obra barata terminarán, porque Trump impuso al país latinoamericano elevar paulatinamente sus salarios hasta rondar 700 dólares mensuales, aún menor al salario mínimo estadounidense.

El presidente electo Joe Biden podría acrecentar las exigencias.

«La agenda bilateral comprende, más allá de la migración y el comercio, temas de salud, medioambiente, seguridad nacional, infraestructura fronteriza y educación», añade el investigador del Colef.

IGNORANDO A BIDEN

En esos temas hay diferencias mayores entre los demócratas y los republicanos de Trump.

Un tema delicado será el de las energías renovables: Biden apuesta por volver al Acuerdo de París contra el cambio climático y fomentar energías renovables contra el uso de combustibles fósiles.

López Obrador ha puesto sus cartas en la construcción de una gran refinería, relanzar su producción de crudo y revertir una reforma energética de 2013, que permitió al Estado mexicano autorizar inversiones extranjeras de petroleras de todo el mundo y contratos de energías eólicas y solares.

El presidente mexicano aplazó el reconocimiento de la victoria de Biden hasta la reunión del Colegio Electoral, que finalmente lo proclamó como el presidente estadounidense número 46.

«Es una cuestión de formas y respeto a nuestra política de no injerencia», argumentó con rostro adusto el líder de la izquierda mexicana.

La osada apuesta quedó clara con su primer y único viaje al extranjero para cenar con Trump en la Casa Blanca el primer día del nuevo tratado comercial, en ausencia del tercer socio, el canadiense Justin Trudeau, que se apartó del clima electoral estadounidense.

López Obrador lo negó, pero ese acto fue interpretado en el Partido Demócrata como un apoyo tácito a la campaña de reelección de Trump, que lo agradeció con elogios en su conocido estilo grandilocuente.

EL MURO DEMÓCRATA

Durante su campaña, Biden prometió frenar las obras del muro con el que Trump quería separar casi 3.200 kilómetros de la frontera con México.

Carlos Heredia, cofundador del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales, foro plural sobre la política exterior mexicana, dijo a Sputnik que «es improbable que cambie la política por la cual México se vio obligado a convertirse en policía migratoria de EEUU».

En cambio, «Biden será muy cauteloso, sin hacer anuncios de relajamiento de controles».

El experto pronosticó ajustes en el margen: sin niños en jaulas, sin separar a familias, sin 80.000 vidas a la deriva por el programa ‘Quédate en México’.

La gran pregunta es si legislación de EEUU se va a mover del ámbito criminal a un ámbito laboral, apunta.

«Los demócratas no tienen mayoría en el Capitolio necesaria para grandes cambios, ni para mover la política desde el ámbito policíaco criminal al mercado regional que existe de facto, sin ser reconocido», explica el también experimentado profesor del Centro de Investigación y Docencia Económicas.

En suma, «no habrá modificación que conduzca a un enfoque centrado en la movilidad laboral antes que la migración (…), el Gobierno de México apostó a un triunfo de Trump y erró en esa apuesta», puntualiza Heredia.

Sin esperar represalias ni venganzas, en la nube de interrogantes los expertos anticipan presiones multiplicadas sobre derechos laborales, energéticos y ambientales, por lo menos.

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