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El subcontinente resultó ser un territorio fértil donde sus ideas, con diferentes interpretaciones, se desarrollaron políticamente.

El filósofo alemán Marx y América Latina: desencuentro e influencia

Karl Marx

América Latina tuvo una mención irrelevante y hasta despectiva en la obra del filósofo y economista alemán Karl Marx, de cuyo nacimiento se cumplen 200 años este sábado.

América Latina tuvo una mención irrelevante y hasta despectiva en la obra del filósofo y economista alemán Karl Marx, de cuyo nacimiento se cumplen 200 años este sábado.

Sin embargo, el subcontinente resultó ser un territorio fértil donde sus ideas, con diferentes interpretaciones, se desarrollaron políticamente y transformaron el destino de algunos países.

La revolución cubana en 1959, la llegada al poder de Chile por medio del voto popular de Salvador Allende en 1970, los movimientos guerrilleros en la segunda mitad del siglo XX o las referencias al pensador alemán en Venezuela, donde el entonces presidente Hugo Chávez asumió el marxismo como «la teoría más avanzada en la interpretación de la historia», son algunos de los claros ejemplos de la incidencia de aquellas ideas.

El vínculo entre Marx y el continente, sin embargo, «tuvo un desencuentro inicial», analizó para dpa Horacio Tarcus, historiador y director del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierda (CeDInCI) en Argentina.

Según Tarcus, Marx «no vio» la relevancia que podía tener América Latina para su obra y hasta tuvo «reflexiones despectivas» sobre el continente. En eso coincide Matías Romani, sociólogo de la Universidad de Buenos Aires y autor del libro «Para animarse a leer a Karl Marx». 

«Por ejemplo, consideró a Simón Bolívar una suerte de Napoleón dictatorial», dijo Romani acerca de la visión del pensador alemán sobre el prócer venezolano, de gran influencia en la independencia de numerosos países latinoamericanos.

Según ambos expertos, Marx analizó el capitalismo enfocado en lo que ocurría, primeramente, en el Reino Unido, donde había surgido la Revolución Industrial, y en Estados Unidos y Europa Occidental, hacia donde se propagó luego. «No tuvo la intención de comprender a América Latina. Veía más posibilidades de que hubiera una revolución en Irlanda, y seguía de cerca lo que ocurría en Rusia, donde crecía la izquierda», indicó Romani.

El nombre de Marx fue mencionado por primera vez en América Latina en 1871, dos años antes de morir y a partir de los acontecimientos de la Comuna de París, el movimiento de insurrección que estalló en marzo de ese mismo año y gobernó la capital francesa por un breve lapso con un proyecto político socialista.

Nueve años después del primer gobierno socialista de Europa comenzaron a llegar a México fragmentos de sus textos, en especial de «El Capital» y el «Manifiesto comunista». Aquellos escritos, mencionó Tarcus, «impactaron primero en el movimiento obrero y en los intelectuales, y más tarde los leerían los dirigentes que fundarían los diferentes partidos socialistas», agregó. Con la revolución rusa, en 1917, las ideas de Marx se extendieron al continente «aunque vinculadas a Lenin», lo que derivaría en la creación del Partido Comunista en la región.

Para los expertos, a partir de esta «relectura» leninista surgirán en América Latina otras interpretaciones de la obra del alemán: el «Marx humanista» con el que se identificaron los primeros socialistas; el «Marx gramsciano» del filósofo italiano  Antonio Gramsci; el «Marx estructuralista» del filósofo francés Louis Althusser; y, acaso la más relevante para el continente, del «Marx voluntarista» del argentino Ernesto «Che» Guevara, que llegó después del triunfo de la revolución en Cuba y derivó en la acción de grupos guerrilleros en el continente.

Romani destacó que la gran mayoría de estos movimientos fueron marxistas y con una fuerte influencia guevarista: el Frente Farabundo Martí (FMLN) en El Salvador, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en Chile, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), los Tupamaros en Uruguay, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en Argentina y el Frente Sandinista en Nicaragua), «el único que llegó al Gobierno» en 1979, detalló Romani.

«Marx fue leído para Cuba ‘tercermundizado’, interpretado y puesto en acto por Guevara y Fidel Castro, que, trascendiendo cualquier debate teórico, lo pusieron en la construcción de una perspectiva diferente para la realidad insular», dijeron a dpa Yohanka León y Félix Valdés, investigadores del Instituto de Filosofía de Cuba.

Antes que Guevara, el pensador y político peruano José Carlos Mariátegui había utilizado la obra de Marx «para proponer un marxismo para Latinoamérica», mencionó Tarcus.

En México, donde se gestó en 1910 la Revolución Mexicana, el marxismo se convirtió, «sin exagerar», en la corriente «más poderosa de pensamiento» a principios del siglo XX, sostuvo Carlos Illades, investigador en Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, al diario «La Reforma», aunque en los 90 decayó y fue prácticamente «borrado», añadió.

Por su parte, en Colombia, «tuvo una enorme influencia, pues estuvo presente en la formación de los primeros partidos socialistas y, luego, fue acogido como la ideología de la mayoría de los movimientos políticos de la izquierda», comentó a dpa Luis Alfonso Mena Sepúlveda, historiador por la Universidad del Valle.

En Chile, el Partido Comunista llegó al poder en 1970 por la vía electoral como miembro de la Unidad Popular, el frente que lideró el socialista Allende, quien se convirtió en el primer presidente con una ideología cercana al marxismo elegido por el voto popular.

Después de las derrotas guerrilleras, el marxismo entró en una etapa de discusión crítica de la que recién salió durante la crisis de las economías capitalistas en 2008, cuando Marx fue señalado como quien había presagiado todo aquello, evaluó Tarcus.

«Hoy Marx se celebra en las universidades y no en los partidos políticos. Y aparece en las redes sociales como una figura pop con la barba pintada de colores. No es más la imagen que recordaba  a los viejos grabados bíblicos. Los jóvenes ya no le hablan de usted: lo tutean», finalizó Tarcus.

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