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Las poblaciones nativas fueron desapareciendo pero su ADN aún pervive en la actualidad en Puerto Rico.

El genoma de una indígena del Caribe da pistas sobre la población que se encontró Colón

Niña de la nación añú en Venezuela / Wikipedia

Los dientes de una mujer de la etnia Taínos de hace más de 1.000 años acaban de abrir una nueva puerta en el tiempo que conecta directamente con las poblaciones que Cristóbal Colón se encontró al pisar tierra en América en 1492.

La colonización asociada al desembarco de Colón en territorios del Caribe derivó en un gran conflicto de civilizaciones. El grupo indígena mayoritario estaba representado por los Taínos, que habitaban las islas que hoy abarcan Bahamas, Antillas Mayores (Cuba, Jamaica, República Dominicana, Haití y Puerto Rico) y el norte de las Antillas Menores.

A pesar de que fueron pueblos totalmente extinguidos existe la esperanza de identificar la génesis de estas poblaciones usando aproximaciones que van desde la arqueología, la lingüística, a la genética.

Un análisis de varios dientes hallados en la isla de  Eleuthera (Bahamas), realizado con métodos de radiocarbono 14, han permitido demostrar que pertenecían a una mujer de la etnia de los Taínos, que vivió entre los siglos VIII y X, quinientos años antes de la llegada del descubridor. Los investigadores han conseguido secuenciar su genoma completo y publican el hallazgo en la revista Proceedings  of  the  National  Academy  of  Sciences (PNAS).

?Sin duda es un nuevo hito científico en el ámbito del ADN antiguo, posible gracias a las nuevas herramientas tecnológicas en el ámbito de la genómica a gran escala y a los nuevos avances  computacionales?, declara el profesor de la Universidad de Santiago de Compostela, Antonio Salas  Ellacuriaga, que forma parte del equipo que estudió las piezas dentales.

Las poblaciones nativas fueron desapareciendo en un corto espacio de tiempo, asimiladas cultural y biológicamente. Sin embargo, su ADN aún pervive en la actualidad en Puerto Rico. ?Entre el 10 y el 15% del ADN de sus habitantes actuales es nativo americano y el resto un mosaico de origen europeo y africano?, explica Salas  Ellacuriaga y añade: ?extraer ADN de restos óseos tan mal conservados es tremendamente complejo. Sin las nuevas tecnologías de  secuenciación masiva habría sido imposible obtener resultados de este tipo de restos arqueológicos?.

Una historia escrita en su ADN

En el genoma obtenido se observan señales que indican una reducción poblacional extrema muy ancestral, coincidiendo con la llegada de los primeros pobladores del continente americano a través del estrecho de Bering. ?El estudio no evidencia la existencia de una fuerte endogamia o signos de aislamiento en el genoma de la mujer taína, por lo que los datos apuntan a que el tamaño efectivo de esta comunidad era razonablemente grande, superior a los 1.600 individuos reproductores?, explica el genetista.

Este tamaño es incluso superior al de algunas poblaciones que habitan hoy en día el continente americano como los Karitiana y los Surui. Este hecho es muy llamativo, si tenemos en cuenta que la isla de Eleuthera tiene una extensión de tan solo 518 kilómetros cuadrados y resulta difícil imaginar como una comunidad tan grande podía convivir en un espacio tan reducido.

La respuesta podría estar ?en la gran movilidad de estas comunidades y la existencia de redes pan-regionales más allá de sus localidades de nacimiento y residencia?, apunta Salas  Ellacuriaga. Estas redes podrían favorecer el intercambio de conocimiento, pero también de genes y además serían compatibles con los hallazgos arqueológicos existentes.

Por último, el genema de la mujer identificada es semejante al de las poblaciones del sur de América, poblaciones que hablan las lenguas conocidas como arahuacas (o Arawakan). Como destaca el propio genetista, ?resulta interesante recordar que de estas lenguas hemos heredado  vocablos como boniato, cacique, caníbal,  maíz o  tiburón, entre otros?.

?Siempre resulta excitante dar un paso más en el conocimiento de la historia de las poblaciones humanas. En este caso es como si el ADN hubiera querido recordarnos que aún tenemos muchas deudas pendientes con todos estos pueblos?, concluye Salas Ellacuriaga.

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