A solo horas de que el Congreso decida si el presidente de la República, Pedro Pablo Kuczynski, continúa en el cargo o no, los analistas de Forbes han advertido de que los inversionistas ?están claramente preocupados?.
A solo horas de que el Congreso decida si el presidente de la República, Pedro Pablo Kuczynski, continúa en el cargo o no, los analistas de Forbes han advertido de que los inversionistas ?están claramente preocupados?.
De hecho, Laura Sharkey, analista de riesgos de Forbes, ha señalado que considera que la situación ya es gran parte irreversible ya que “independientemente de lo que suceda” con el proceso de destitución del presidente peruano «la inestabilidad política persistirá».
Una valoración que se fundamenta en hechos como que el índice de acciones de S&P/BVL de Perú ha caído un 3,4% desde que se anunció el proceso de impugnación hace menos de una semana al acusar a Kuczynski de recibir dinero del gigante de la construcción brasileña Odebrecht, en el centro de un escándalo en toda la región por el pago de sobornos a cambios de infraestructuras.
De esta forma, si Kuczynski perdiese hoy la votación por la mayoría cualificada que exige la legislación peruana, tal y cómo sucedió en la que dio origen al procedimiento, habría de asumir la presidencia el vicepresidente Martín Vizcarra, un ingeniero civil de 54 años; o, si éste no aceptase, la segunda vicepresidenta Mercedes Aráoz. De lo contrario, se convocarían nuevas elecciones.
Pero incluso el escenario de aceptación de Vizcarra, a priori más estable que una nueva convocatoria electoral; no estaría exento de turbulencias y obstrucciones por parte del Congreso. No en vano, el vicepresidente ya tuvo que renunciar hace unos meses como ministro de Transporte y Comunicaciones por controversias en torno a la ampliación del aeropuerto de Chinchero, en Cuzco.
Por ello, Forbes considera que, en dicho escenario, el gobernante Partido Por el Kambio (PKK) buscaría, en primer lugar, «frenar las consecuencias de la crisis política y Vizcarra se centraría en obtener su propia aprobación en lugar de embarcarse en una nueva agenda para atraer negocios”.
Asimismo, la publicación especializada muestra su preocupación por los obstáculos regulatorios y posibles repercusiones legales si es que se confirma que ciertas compañías son culpables de corrupción. Una eventualidad que sometería a los procesos de licitación a mayores escrutinios, lo que Forbes define como «complejo de implementar a nivel local».
