Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Aunque deberá ser ratificada, acentúa la incertidumbre en el país

¿Qué supone la condena de Lula para las perspectivas de Brasil?

Luiz Inacio Lula da Silva, expresidente de Brasil

Su condena deberá ser ratificada en segunda instancia, pero acentúa la situación de inestabilidad del país y la incertidumbre para las inversiones. «Si me detienen, me vuelvo un héroe; si me matan, me vuelvo mártir; si me dejan libre, vuelvo a ser presidente» suele afirmar el ex presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva. Una frase que tras su condena de ayer a nueve años y medio de cárcel tendrá la posibilidad de contrastar con la realidad.

Hasta la fecha, aunque sea a falta de más de un año, Lula era el favorito indiscutible para regresar a la Presidencia del país tras las elecciones previstas para octubre de 2018. Tan sólo, la que fue su ministra de Medio Ambiente en su primer mandato, Marina Silva, parecía en condiciones, según las encuestas, de llegar a suponer una amenaza para él si ésta consiguiese clasificarse para una eventual segunda vuelta. Escenario que, por otra parte, tampoco era el más probable.

Pero este panorama ha saltado por los aíres tras la decisión de ayer del juez Sergio Moro de condenar a Lula a a nueve años y medio de prisión e inhabilitarle para la función pública por 19 años. Ambos aspectos que deberán ser ratificados por los tres jueces que conforman el Tribunal Federal de la Cuarta Región (TRF4) de Porto Alegre, encargado de estudiar la sentencia en segunda instancia, y al que medios como RT ya cuestionan atribuyéndoles «una estrecha amistad» con Moro o «recibir entrenamiento en EE.UU.».

Con todo, los abogados del también líder del Partido de los Trabajadores (PT) ya han anunciado que piensan recurrir la decisión de Moro que atribuye a Lula haberse beneficiado indebidamente de una reforma de un apartamento, cuya propiedad le es atribuida, valorada en cerca de un millón de dólares.

Por ello, lo que hora resultará providencial es tanto el sentido de su dictamen como, casi aún más, el tiempo que tarden en pronunciarse; ya que si no lo hiciesen antes de las presidenciales, Lula podría presentarse.

Pero ese escenario supondría la continuidad de la incertidumbre política en que vive sumida Brasil al menos desde el proceso de ‘impeachment’ contra Dilma Rousseff, al que sucedió un Michel Temer contra el que no han parado de sucederse las acusaciones de corrupción. Y es precisamente la condición de aforado del actual presidente, no electo, la que dificulta de manera extrema que éste pueda ser juzgado dado las supermayorías parlamentarias que requeriría dicha autorización. Precisamente, el mismo escenario que, en este caso con elección de por medio, podría repetirse durante la próxima legislatura.

Por ello, para los inversores, la noticia de ayer supone, sobre todo, una prolongación del escenario de incertidumbre. Más aún, después de que esta misma tarde Lula haya dejado bien claro que no piensa dar un paso atrás: «Si alguien piensa que esto es el fin de Lula se va a partir la cara. En política el único que puede decretar mi final es el pueblo brasileño».

Una comparecencia en Sao Paulo en la que el ex presidente ha estado acompañado de toda la plana mayor de su partido que ha dejado claro que no hay plan B: si Lula no se puede presentar, la contienda electoral no será legítima para ellos. Un panorama que, de nuevo, tan solo contribuye a soliviantar aún más a una opinión pública ya muy polarizada.

Así, las principales ciudades del país ya han sido escenario de manifestaciones a favor y en contra del ex presidente; a favor y en contra de Sergio Moro. Con lo que incluso si Lula saliese bien parado del escenario judicial, es cuestionabla que su capital político sirva como argamasa suficiente para cubrir las heridas que se extienden a través del tejido social del país.

Y lo peor de todo es que la alternativa más factible en este escenario de incertidumbre no es ni mucho menos consoladora: el segundo lugar en las encuestas no sería en estos momentos para Silva; sino para el militar en la reserva Jair Bolsonaro, al que muchos definen como un Trump brasileño, y cuya popularidad aumenta precisamente de la mano del hartazgo de gran parte de la población con la corrupción de la clase política tradicional. ¿Les suena?

Más información

Scroll al inicio