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Sectores transversales del sistema bipartidista mantienen demandas divergentes

Aumentan las presiones sobre Trump para que actúe sobre Cuba

Donald Trump, presidente de EEUU

Se acrecienta la división entre quiénes prefieren pensar en las nuevas oportunidades de negocio que se abren por el camino de estrechar relaciones con la Isla y quiénes prefieren aferrarse a las reclamaciones de compensaciones aún pendientes por las expropiaciones de la Revolución. Algo se mueve en la política estadounidense hacia Cuba. Mientras son cada vez mayores las señales de que el presidente estadounidense, Donald Trump, pronto tomará alguna medida que permita determinar cuál será su política real hacia Cuba, se acrecienta la división entre quiénes quieren mirar al futuro y quiénes prefieren hacerlo al pasado.

O visto de una forma más cínica, entre quiénes prefieren pensar en las nuevas oportunidades de negocio que se abren por el camino de estrechar relaciones con la Isla y quiénes prefieren aferrarse a las reclamaciones de compensaciones aún pendientes por las expropiaciones de la Revolución. Entre estos últimos, figuras tan significativas como el excandidato presidencial y senador republicano por Florida, Marco Rubio.

Pero también su homólogo demócrata por el mismo estado, Bill Nelson, quien se ha unido a Rubio en una carta dirigida a los secretarios de Estado y del Tesoro, Rex Tillerson y Steve Mnuchin, respectivamente, en la que solicitan que den prioridad a las más de 5.9000 compensaciones de ciudadanos estadounidenses que, según la U.S. Foreign Claims Settlement Commission (FCSC), están pendientes. Nada menos que 8.000 millones de dólares, según dicho organismo.

Además, estos senadores han ‘expresado su preocupación’ por decisiones como la que en enero de 2016 permitía a la estatal Cubaexport renovar su reclamación sobre la marca comercial “Havana Club”. Es decir, piden dar marcha atrás en el ‘deshielo’ al igual que, por ejemplo, la congresista cubanoamericana Ileana Ros-Lehtinen. Así, la también representante por Florida ha declarado que espera que Trump cumpla “pronto” su promesa de revertir las políticas de EE.UU. hacia Cuba de su predecesor, Barack Obama.

Sin embargo también existen presiones en sentido contrario. Como las de un grupo bipartidista de senadores que ha reintroducido propuestas de legislación en la que solicitan eliminar las barreras legales que impiden a los estadounidenses hacer negocios con la Isla o limitan sus posibilidades de viajar a Cuba: las conocidas como Freedom to Travel to Cuba Act y Freedom to Export to Cuba Act.

Un esfuerzo que, en este caso, está liderado por figuras como las de los senadores republicanos Mike Enzi y Jeff Flake, por Wyoming y Arizona, respectivamente; junto a sus pares demócratas por Minnesota y Vermont, Amy Klobuchar y Patrick Leahy, respectivamente. Estos, en definitiva, abogan por el fin del embargo comercial; si bien mantendrían las partes de la Ley que se refieren a Derechos Humanos o a las reclamaciones de propiedad contra el gobierno cubano.

Es decir, un orden de prioridades inverso al de los representantes de Florida ya que, conforme a las características del electorado de este segundo grupo de senadores, enfatizan oportunidades como los 2.000 millones de dólares que se estima que los granjeros estadounidenses podrían exportar a Cuba para abastecer las necesidades alimentarias de la Isla.

Y son precisamente este último tipo de factores los que podrían dificultar al presidente estadounidense su promesa de revertir el histórico acercamiento de su predecesor a Cuba ahora que numerosos negocios como operadores de cruceros, aerolíneas comerciales, cadenas hoteleras, compañías de telecomunicaciones o precisamente agricultores están invirtiendo en abrir o retomar relaciones con la Isla.

Porque si a algo ha demostrado ser sensible Trump es a la popularidad y, en este sentido, incluso algún retoque más estético que sustancial al proceso de ‘deshielo’ con Cuba, como podría ser dar una ligera marcha atrás en la flexibilización de las reglas sobre viajes y comercio, podría resultar muy impopular. Así, por ejemplo, una encuesta de Pew Research de enero de 2015 mostraba que el 66% de los estadounidenses pensaba que su Gobierno debía ir más lejos y levantar el embargo comercial.

Aunque también es cierto que, a priori, Trump preferiría satisfacer a los votantes de Florida, que le votaron a él, antes que a los demócratas de Minessota o Vermont o incluso a los republicanos de Arizona o Wyoming, estados que aportan muchos menos votos electorales que Florida. Quizá por ello, de momento, ya ha tomado medidas como eliminar, en su proyecto de presupuesto, la ayuda que USAID destinaba a Cuba; aunque también es cierto que dicha medida está en sintonía con su recorte brutal para el conjunto de la región.

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