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#MeGustaMalasaña

Antonio Vega

Admítanlo. Vivan donde vivan, seguro que han oido hablar de Malasaña. Y aunque ni siquiera sean madrileños, es probable que sientan simpatía por este barrio. Por lo menos, si son aficionados a la música y al viejo pop español de los ochenta, que vive un momento dulce de reivindicación acelerada. Admítanlo. Vivan donde vivan, seguro que han oido hablar de Malasaña. Y aunque ni siquiera sean madrileños, es probable que sientan simpatía por este barrio. Por lo menos, si son aficionados a la música y al viejo pop español de los ochenta, que vive un momento dulce de reivindicación acelerada.

Allí empezó casi todo. Desde finales de los setenta cuando La Calle de la Palma fue inmortalizada por el artista César Bobis en la cubierta del primer disco de La Romántica Banda Local, a principios de los ochenta cuando Antonio Vega compuso ‘La Chica de Ayer’ y logró que el ‘Penta’ se hiciera popular en toda España.

La música y los músicos convirtieron en míticos a lo largo de casi cuatro décadas a otros locales. Desde ‘La Vía Láctea’ al malogrado ‘Eligeme’, en el que Victor Claudín y los suyos se convirtieron en la primera línea de resistencia cultural contra las huestes de aquel PP municipal ‘duro’ del fin de siglo en el que velaba armas el concejal Angel Matanzo.

Y también hubo y hay bares. Como ‘El Maño’ o ‘El Palentino’, últimamente un perfecto escenario de película. Y, además, espacios intergeneracionales compartidos y ese sabor castizo de los barrios que se convierten en pueblos insertados en el corazón de la ciudades, que las humanizan y las hacen vivibles.

Todo eso, y algunas cosas más, es lo que cuentan casi 30 vecinos de este enclave intemporal en un documental titulado #MeGustaMalasaña, que ha sido exhibido en algunas salas de cine y plataformas de streaming. Una pelicula que ha dirigido Juanjo Castro, profesional curtido en las series de televisión y reponsable del largometraje ’11M. La voz de los inocentes’.

Castro y sus cómplices nos cuentan la historia del barrio, su presente y su posible futuro, a lo largo de 78 minutos, en los que resulta inevitable no volver a enamorarse de unas calles entrañables ue no podemos evitar considerar nuestras. Tal vez nunca hayamos vivido allí. Pero seguro que hemos soñado con ellas.

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