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Quentin Gas y Los Zíngaros

Quentin Gas y Los Zíngaros

Han pasado las décadas y la confluencia entre el rock psicodélico y la música andaluza, el flamenco y lo demás, ha instaurado con el tiempo una cierta tradición guadianesca que, sin embargo, permite apreciar una árbol genealógico claro en el que acaban de insertarse Quentin Gas y Los Zingaros. Han pasado las décadas, tres o cuatro, y la confluencia entre el rock psicodélico y la música tradicional andaluza, el flamenco y lo que no lo es, ha instaurado con el paso del tiempo una curiosa tradición guadianesca que, sin embargo, permite apreciar una árbol genealógico claro, en el que acaban de insertarse Quentin Gasy Los Zingaros.

La idea del artista gitano de Lebrija, y su inseparable banda, de insertar los semitonos del flamenco en esa música energética y levitatoria que se relacionó en el pasado con el consumo de drogas alucinógenas y usar instrumentos como el sitar para colorar una música de fuertes reminiscencias árabes no es nueva. Pero nunca se llegó a explorar lo suficiente.

En las últimas décadas, artistas diferentes han imaginado caminos distintos para viajar desde Andalucía, y las músicas juveniles iniciáticas que trajo el rock and roll en la segunda mitad de, siglo XX, hacia un universo sonoro, en el que confluyen también los melodiosos ruidos de otras músicas mestizas, como las producidas por la rica tradición árabe.

Bandas y artistas inolvidables como Gualberto, Triana, descrita por su primer productor, Gonzalo García Pelayo, como ‘flamenco mezclado con King Crimson, Imán, que se autoproclamaron Califato Independiente, o Los Planetas, partieron desde puntos tan distantes entre sí como el ‘indie’ o el viejo rock progresivo para llegar a ese espacio común.

Quentin añade pinceladas percusivas de krautrock, bulerías lebrijanas, y sonoridades recogidas en los territorios por los que, según su versión de la historia, transcurrió el viaje sonoro del pueblo gitano que daría origen al flamenco. Y luego lo envuelve todo con el sabor agridulce del pop de alto voltaje.

El resultado no palidece ante la indudable calidad de los ancestros a los que nos referimos antes, como, sin duda, podrán comprobar ustedes mismos si se acercan a cualquiera de los conciertos de la gira que la banda lleva a cabo estos días por España. Y aunque sólo fuera por eso, que no lo es, ya habría que darle a Quentin un voto de confianza. ¿O no?

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