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La tragedia se ceba de nuevo con Haití

Haití

Cuando llegó la tormenta, Cleta François se puso a rezar. Pidió que «Matthew» tuviera clemencia con ella y sus hijos. Y cuando el agua finalmente arrasó su casa, esta viuda se llevó a sus seis pequeños a un lugar seguro. Cuando llegó la tormenta, Cleta François se puso a rezar. Pidió que ‘Matthew’ tuviera clemencia con ella y sus hijos. Y cuando el agua finalmente arrasó su casa, esta viuda se llevó a sus seis pequeños a un lugar seguro.

«Mis tres plantaciones de bananas están totalmente destrozadas. Era con lo que daba de comer a mi familia», cuenta. «Estoy feliz de que sigamos con vida».

En el suroeste de Haití reina la desolación más absoluta. El agua retrocede lentamente y poco a poco va dejando entrever la envergadura de los daños. El huracán ‘Matthew’ se llevó por delante casas y árboles e inundó carreteras y cultivos. «El 80 por ciento de las casas de la región están destrozadas o muy dañadas. La gente lo ha perdido todo», dijo por teléfono a dpa el coordinador de proyectos de la ONG alemana Federación de Trabajadores Samaritanos, Alexander Mauz.

«El agua se ha llevado mis vacas, cabras y cerdos», cuenta el ganadero Jean-Marcelin Juene. Según cifras oficiales, al menos 336 personas fallecieron tras el paso del huracán, aunque los servicios de rescate calculan que el número final de víctimas será mucho más elevado. «En el oeste la destrucción es total. La gente está todavía en shock. Muchos han perdido sus casas», dice Holly Frew, coordinador regional de la ONG Care.

La tragedia ha vuelto a cebarse una vez más con el empobrecido Haití. El Estado caribeño es un claro reflejo de lo que sucede cuando se combinan catástrofes naturales con incompetencia, corrupción y violencia. Su andadura, hace dos siglos, no comenzó bien: cuando la primera república negra del mundo declaró su independencia, en 1804, los haitianos tuvieron que pagar 90 millones de francos de oro a la potencia colonial como indemnización por la pérdida de esclavos.

Así, la historia de Haití arrancó con una montaña de deudas, a lo que se sumó una élite cleptócrata que saqueó el país durante décadas. Y a ello hay que añadir una mala gestión y la corrupción, que acabaron convirtiendo a la que fuera la colonia más rica del imperio francés en un país arruinado. Los dictadores François «Papa Doc» Duvalier y Jean-Claude «Baby Doc» Duvalier sembraron el miedo y el terror y sus tropas, los Tontons Macoutes, aplastaron a sus rivales preferiblemente a machetazos.

En 2010, un devastador terremoto que causó más de 200.000 muertos hizo retroceder al país caribeño a los tiempos de la Edad de Piedra. La comunidad internacional insufló miles de millones y Haití se convirtió en una república ONG, administrada por estas organizaciones y las Naciones Unidas. En asuntos de casa, los haitianos pronto dejaron de tener mucho que decir.

Según un informe del enviado de la ONU para la reconstrucción Bill Clinton, el 90 por ciento de la ayuda que llega al Gobierno haitiano se le escapa rápidamente de las manos. Más de la mitad se va en gastos de personal, vehículos, alquileres y administración. «Así, se debilita el Estado al que en realidad deberíamos apoyar», señala el informe. Mucho dinero se malgasta, decenas de ONG y agencias de la ONU trabajan sin coordinarse, mientras que proyectos buenos fracasan debido a la corrupción y las cargas burocráticas.

Haití es el país más pobre de la mitad occidental del globo. Tres cuartos de la población vive con menos de dos dólares al día y su radical apertura al mercado ha destrozado la industria alimentaria. La extrema pobreza y una infraestructura débil y mal construida hace que el país sea especialmente vulnerable a catástrofes naturales como la ocurrida ahora con el huracán ‘Matthew’.

Además, la crisis política en que está sumido Haití parece haberse estancado, y el país sufre la disputa entre Gobierno y oposición. Los resultados de las últimas elecciones fueron anulados debido a acusaciones de manipulación. El anterior jefe de Estado, Michel Martelly, dejó el cargo en febrero sin que hubiera sucesor y desde entonces gobierna el presidente de transición Jocelerme Privert. En realidad, hoy debería haberse elegido un nuevo jefe de Estado, pero los comicios fueron cancelados debido a «Matthew».

Lo que Haití necesita ahora es un Gobierno con capacidad de actuación. «Es importante que las elecciones, tan urgentemente necesarias para la consolidación de la democracia, se celebren lo antes posible», afirmó Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA). Pero en estos momentos, Haití vuelve a estar en modo crisis. Como tan a menudo en su historia.

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