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El partido de Rousseff quema el último cartucho e intenta anular su juicio político

Dilma Rousseff, presidenta de Brasil

A días de que el Senado brasileño decida sobre el juicio político a la presidenta Dilma Rousseff, el Partido de los Trabajadores (PT) ha reclamado a la Justicia que anule el proceso por entender que la oposición ha ejercido presión sobre sus legisladores para abrir el camino del impeachment. A días de que el Senado brasileño decida sobre el juicio político a la presidenta Dilma Rousseff, el Partido de los Trabajadores (PT) ha reclamado a la Justicia que anule el proceso por entender que la oposición ha ejercido presión sobre sus legisladores para abrir el camino del impeachment.

En concreto, ha sido el diputado oficialista Paulo Teixeira quien ha pedido al Supremo Tribunal Federal (STF) que anule la votación del 17 de abril en el Congreso (367 contra 146 aprobaron seguir adelante con el proceso), que considera “nula” porque los líderes de los partidos opositores ejercieron presión sobre sus diputados.

Para Teixeira, el hecho de que el hasta hace muy poco presidente de la Cámara Diputados, Eduardo Cunha, fue suspendido el jueves por la justicia por haber obstaculizado las investigaciones sobre el escándalo de corrupción de la empresa estatal Petróleos Brasileños (Petrobras) es significativo. Ha alegado que los dirigentes de los grupos parlamentarios, bajo el mandato de Cunha, sean dirigidos viola “claramente el derecho del libre arbitrio de los diputados”, prohibido en la ley que rige el impeachment.

La situación en Brasil se vuelve cada vez más convulsa. Con Rousseff, para muchos analistas fuera de juego, se hace cada vez más difícil encontrar un sustituto. Aunque el vicepresidente Michel Temer es su sucesor más lógico, Cunha también sonaba en las quinielas como un posible ‘presidenciable’. Sin embargo, el haberlo apartado del cargo y el último movimiento del PT no lo deja muy bien parado.

No es que Temer ande muy sobrado de confianza por parte de los brasileños. Solo el 8% de ellos apoyaría un Gobierno presidido por él. Si a ello se le suma las dudas sobre cierta compra de etanol y haber sido vicepresidente cuando se descubrió el supuesto maquillaje de las cuentas públicas de 2014, no cuenta con las mejores referencias. A pesar de ello ya está preparando su plan económico para sacar al país de la crisis económica en la que se encuentra.

Todo ello se baraja mientras la presidenta brasileña insiste en que no dimitirá, aunque la presión sobre ella sea enorme. El escándalo de Petrobras ha erosionado la imagen de la que fuera una de las líderes latinoamericanas más queridas hasta eclipsar, en cierta medida, la verdadera razón que la enfrenta al impeachment: la supuesta manipulación de las cuentas públicas.

Aunque habrá que esperar hasta el miércoles, todo apunta a que el intento de Teixeira se quedará el agua de borrajas, los analistas políticos sostienen que la carrera de Dilma Rousseff ya está acabada, que el golpe ha sido demasiado duro y que no podrá volver a ganarse el favor de los brasileños que encaran el 2017 con los peores vaticinios económicos.

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