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El juicio político a Dilma Rousseff marca una ‘nueva era’ convulsa en Brasil

Dilma Rousseff, presidenta de Brasil

Esta semana el Senado brasileño votará si la presidenta Dilma Rousseff debe ser retirada de su cargo con 180 días. Con Eduardo Cunha suspendido como líder de la Cámara Alta y el vicepresidente Michel Temer en entredicho, las dudas políticas crecen más y más en Brasil. Esta semana el Senado brasileño votará si la presidenta Dilma Rousseff debe ser retirada de su cargo con 180 días. Con Eduardo Cunha suspendido como líder de la Cámara Alta y el vicepresidente Michel Temer en entredicho, las dudas políticas crecen más y más en Brasil.

Rousseff ha asegurado por activa y por pasiva que no dimitirá y que es inocente, la última vez en la BBC. En una entrevista, la sucesora de Luiz Inácio Lula da Silva se ha comprometido a seguir luchando. De ser aceptada la solicitud de juicio político, hará todo lo que esté en su mano para regresar, pues insiste en no haber manipulado las cuentas del Ejecutivo.

Temer y Cunha

Precisamente por esa misma razón está el vicepresidente Michel Temer en entredicho. Lo más lógico sería que fuera él quien la sustituyese si llegase a ser retirada de sus funciones, pero su implicación con las cuentas de Rousseff de 2014 pueden pesar más que sus propósitos al haber estado en el Gobierno de Rousseff en ese momento y deberá responder también ante un juicio político.

Si con eso no fuera suficiente, está acusado de haber participado en compras de etanol ilegales y su popularidad solo alcanza el 8%, los brasileños prefieren que el sucesor de Rousseff saliera de las urnas y no fuera alguien que debe hacer frente a los mismos problemas que su predecesora.

Otro nombre que ha sonado para ocupar el Palácio do Planalto ha sido el de Cunha, líder del Senado y miembro del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), como Temer. Aunque ha sido apartado de su cargo por su relación con el caso de corrupción de la empresa estatal Petróleos Brasileños (Petrobras), lo que supone perder gran parte de su credibilidad.

Hay que recordar que tanto él como Temer han sido los principales instigadores del impeachment a la política del Partido de los Trabajadores (PT) y que ambos se veían como vicepresidente y presidente, o viceversa. La salida de Cunha rompe con muchos de los planes que algunos (sobre todo él) tenían en la cabeza y acerca más a Temer al puesto.

Otras opciones

Más allá de ellos dos, de producirse elecciones, habría algunos políticos que podrían dar la batalla. Uno de ellos podría ser Aécio Neves, que quedó segundo en las últimas elecciones presidenciales por el partido opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB). Sin embargo, ha sido acusado de haber participado una supuesta trama en la eléctrica estatal Furnas y los brasileños han demostrado la nefasta opinión que tienen de cualquier relacionado con la corrupción.

Quedaría Marina Silva, del Partido Socialista Brasileño (PSB) y una de las contrincantes más duras de la actual presidenta. Los brasileños tienen una muy buena opinión de ella a pesar de no haber llegado a la segunda vuelta electoral en los últimos comicios y ha sido precisamente el partido que ella fundó, Red Sostenibilidad, el que ha pedido la salida de Cunha de la Cámara Alta.

Teniendo en cuenta que Rousseff ha decidido defender con uñas su cargo, es asumible que la sustituya Temer. Sin embargo, esto no contentará ni a los brasileños (que ya han demostrado no sentir demasiado apego por él) ni a la economía, que se descalabrará un 3,8% este año, según los organismos internacionales. Las medidas que pretende tomar el vicepresidente podrían llegar tarde y la convulsión política no terminará con la salida de Rousseff. Aún habrá muchas decisiones que tomar.

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