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Brasil: de ‘potencia emergente’ a lastre para Latinoamérica

Bandera de Brasil

Brasil se encuentra en una de las peores crisis de su historia. Su economía ha pasado a ser la más prometedora a convertirse en un lastre para la región. La mala gestión, el sector financiero, la corrupción y un estado de bienestar que no lo era son algunas de las razones para el derrumbe económico. Brasil se encuentra en una de las peores crisis de su historia. Su economía ha pasado a ser la más prometedora a convertirse en un lastre para la región. La mala gestión, el sector financiero, la corrupción y un estado de bienestar que no lo era son algunas de las razones para el derrumbe económico

El antaño gigante latinoamericano ha pasado de vivir su época dorada a caer hasta el lodo. El primer golpe que llevó al país al lugar donde está ahora fue en 2009 tras la crisis financiera internacional a la que tuvo que hacer frente con varias medidas, como las tomadas en el primer mandato de Dilma Rousseff. Entre ellas, que los bancos estatales dieran créditos con tasas de interés bajas y así forzar la competencia. Lo que se las prometía ser una estrategia de éxito, acabo produciendo estancamiento, aumentado el déficit público y haciendo subir la inflación.

En 2012 y 2013 el Producto Interior Bruto (PIB) empezó a crecer por debajo del 3% y en 2013 empezaron las investigaciones del caso Petrobras, que parecía ser un pequeño contratiempo y que ha acabado cebándose de una manera devastadora con la economía latinoamericana. Al año siguiente, la economía solo creció un 0,1%. El asunto empezaba a ponerse complicado y lo hizo aún más cuando la madeja de la petrolera estatal se iba deshaciendo.

Para 2015, fueron muchos los organismos, tanto internacionales como nacionales, los que apostaron por caídas económicas que no solo harían mella en Brasil, sino que se traducirían en un efecto contagio que también afectaría a los principales socios del país latinoamericano. Los peores temores se han cumplido, puesto que Producto Interior Bruto de Brasil (PIB) ha caído un 3,8% el año pasado, según el Instituto Brasileño de Estadística (IBGE).

Ese mismo año, debido a la crisis, la presidenta debió tomar medidas. Cabe destacar los impuesto del 30% anual que pagaron los consumidores brasileños en el mes de julio por sus compras a plazos, una medida muy utilizada en los países latinoamericanos. La cifra está muy por encima del 13% que se paga en el Viejo Continente. Las empresas, por su parte, pagaron un 60%. Aunque no tuvieron el resultado esperado pues tanto los inversores como las empresas y los consumidores acabaron por desconfiar y no gastar su dinero en el país, lo que se ha traducido en un menor consumo que hace imposible pagar las deudas adquiridas.

La prensa internacional considera que todo esto viene a evidenciar que el modelo brasileño se ha agotado y que hay que encontrar uno diferente que se adecue mejor a la situación actual que le ha tocado vivir al que antaño fuera considerado el ‘dorado latinoamericano’. Aún son muchos los inversores que tienen interés en la economía latinoamericana, pero otros han preferido viajar a ‘otros puertos’.

Mientras, la presidenta brasileña ha ido perdiendo tanto apoyos como credibilidad. Por un lado, sus apoyos en el Congreso han ido vetando sistemáticamente las medidas que ha intentado tomar para buscar una salida a la peliaguda situación en la que se encuentra la mandataria mientras que el escándalo de Petróleos Brasileños (Petrobras) tampoco le ha dado tregua.

De hecho, el viernes fue detenido su antecesor en el puesto, Luiz Inácio Lula da Silva para comparecer ante la Justicia por su implicación con el caso. La Policía Federal asegura que ha sido arrestado por haberse beneficiado del sistema de sobornos de la empresa estatal Petróleos Brasileños (Petrobras) a través de las reformas que ha llevado a caso en sus casas de vacaciones.

La situación crítica del país podría prolongarse aún más en el tiempo, puesto que son muchos los expertos internacionales que esperan que este año la caída sea del retrocederá 3,45% en 2016. Sería la primera vez en años que Brasil se enfrentase a dos años consecutivos en números rojos.

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