En unas elecciones históricas, la oposición venezolana ha conseguido 112 escaños de la Asamblea Nacional, por lo que la Mesa de Unidad Democrática (MUD) se asegura la mayoría calificada, tan importante para mantener el control de la legislatura. En unas elecciones históricas, la oposición venezolana ha conseguido 112 escaños de la Asamblea Nacional, por lo que la Mesa de Unidad Democrática (MUD) se asegura la mayoría calificada, tan importante para mantener el control de la legislatura. La MUD había llegado a los 109 escaños a los que se han unido los tres diputados de la representación indígena. Como dato de color la coalición opositora ganó en todos los circuitos de la capital, incluso en el centro de votación de Nicolás Maduro en el barrio popular de Catia, donde curiosamente la escuela donde sufragaba Hugo Chávez en el barrio del 23 de Enero, bastión de la revolución, votó en favor de la coalición opositora.
El oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) ha obtenido 55 diputados. De tal forma el MUD se hace con el control del Parlamento por primera vez en 16 años, gracias a la insatisfacción y descontento de las bases que sumidas en la triste realidad económica que sufre el otrora top ten del oro negro.
Además de ostentar el triste record de cerrar el año “con la mayor inflación del mundo”, en torno al 160%, algo que está detrás de “la voluntad de cambio” registrada en las elecciones legislativas, declaró Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI). Desde su punto de vista, lo que esto significa es que “los problemas económicos están llevando a una voluntad de cambio importante”, ha enfatizado.
Es así que, el imprevisible resultado electoral, otorgue la mayoría de dos tercios a la MUD, lo que le da el control total de la Asamblea, donde podrá aprobar leyes orgánicas, proponer reformas y enmiendas constitucionales, interpelar al vicepresidente y los ministros, con la facultad de aprobar su destitución y reemplazar a miembros del Tribunal Superior de Justicia (TSJ).
Evidentemente, el sorprendente resultado electoral, que otorga la mayoría de dos tercios a la MUD, dificulta aún más las respuestas revolucionarias ante un escenario inédito. La nueva Asamblea tiene potestad para remover a los jueces del Supremo y para derogar una ley habilitante si el oficialismo se decantara finalmente por ella, como ya hiciera Hugo Chávez en 2010 días antes de asumir el nuevo Poder Legislativo. LA MUD también podría separar a un diputado de sus funciones, crear comisiones de investigación, aprobar o modificar leyes orgánicas, proponer referendos, someter proyectos de ley a las urnas, designar a un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE) y convocar una Asamblea Nacional Constituyente.
Karin Salanova, nueva diputada por Aragua conquistó su escaño en ese territorio siempre chavista por sólo 83 votos, un número mágico que puede cambiar la historia de Venezuela y sumerge a Nicolás Maduro en el momento más oscuro de la revolución bolivariana.
Su debilidad política es tal que el chavismo, rápido de reflejos, lanzó la consigna ‘Blindar al Presidente’ en respuesta a que el grupo parlamentario del Gran Polo Patriótico pusiera en marcha el comité para seleccionar a los 15 magistrados del Tribunal Supremo. Ellos serán los encargados de sustituir a los que están obligados a jubilarse desde hace dos meses, estratagema para evitar que sean reemplazados el año que viene por la nueva Asamblea al cumplirse su legislatura. Al frente de la ofensiva para neutralizar el poder opositor estará Elvis Amoroso, uno de los dirigentes del PSUV que salió derrotado y perdió su banca. En los pasillos chavistas se hace cada vez más fuerte el rumor que la canciller Delcy Rodríguez es una de las favoritas para desembarcar en el máximo órgano judicial. Sin duda alguna la jugada oficialista es fundamental, ya que el Supremo, brazo judicial y constitucional del chavismo, ejercería como dique de contención ante las iniciativas legislativas de los opositores, comenzando por la ley de amnistía. También sería fundamental de cara a un enfrentamiento entre los poderes Ejecutivo y Legislativo.
Como consecuencia de la derrota, el presidente Maduro aceleró el pedido de renuncia de todo el gabinete, advirtiendo, en un intento de quedarse con algún espacio de poder advirtió que no convalidará ninguna ley de amnistía que el MUD pretenda aprobar a efectos de lograr la liberación de más de 80 presos políticos y facilitar el regreso de centenares de exiliados.
Hay que poner el énfasis en una situación que, sin duda alguna, jugó como pilar fundamental al triunfo opositor, verdadero proceso de cambio en Venezuela, fue la sorprendente actitud del alto mando militar bolivariano, que ha retirarado su respaldo incondicional a la cúpula del chavismo, ya que se rehusó enfáticamente a participar en la estrategia perpetrada por el Ejecutivo que desembocaría en un fraude masivo.
Fuentes bien informadas explicaron que el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, se negó a participar en las intenciones de Maduro y del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, de desconocer la masiva victoria de la oposición, lo que habría gestado un peligroso escenario de violencia, insistiendo ante Cabello y Maduro en que las fuerzas armadas venezolanas solo respetarían un anuncio que reflejara el resultado recogido en las urnas, decisión que terminó obligando al chavismo a reconocer la victoria de la oposición,
Padrino asumió un gran riesgo, preservó la institucionalidad, basándose, entre otras consideraciones, en un sondeo interno de las fuerzas armadas, que muestra que la impopularidad del Gobierno entre los militares alcanzaba la misma proporción que la que se había registrado en todo el país. Esta intención del voto a favor de la oposición superaba a la del chavismo por casi 35 puntos.
Como suele comentarse, desde siempre, la vida, nos da sorpresas y que sorpresas, señores a comprar sus boletos, la mejor ubicación, el juego recién comienza.
