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La crisis política de Brasil paraliza la economía

Dilma Rousseff, presidenta de Brasil

Brasil se encuentra en su mayor crisis política e institucional. La corrupción en Petrobras y la participación de miembros del partido del Gobierno en ella hacen que los brasileños culpen al Ejecutivo de todo lo que ocurre y la economía, cada vez más resentida, haya quedado en ‘stand by’. Brasil se encuentra en su mayor crisis política e institucional. La corrupción en Petrobras y la participación de miembros del partido del Gobierno en ella hacen que los brasileños culpen al Ejecutivo de todo lo que ocurre y la economía, cada vez más resentida, haya quedado en ‘stand by’.

La situación es complicada en el país presidido por Dilma Rousseff. El pasado domingo, unas 800.000 personas, según datos de los medios locales, se echaron a la calle para pedir juicio político para la mandataria y exigir medidas económicas que no los dejaran en la miseria.

Muchos brasileños se han quejado de que el país sea rico, hasta hace muy poco Brasil era la economía más potente de Latinoamérica, pero no cuente con los mecanismos necesarios para emplear de modo eficiente esa riqueza. De hecho, algunos manifestantes acusaban a los políticos de haberse quedado con todo.

En concreto, se prevé que la economía caiga un 2%, la inflación cierre 2015 por encima de la meta del Banco Central de Brasil y el desempleo escale hasta cotas de hace cinco años. El real está viviendo su peor momento al convertirse en la moneda con el peor comportamiento del mundo este año.

Así las cosas, no es de extrañar que muchas empresas extranjeras hayan optado por esperar para hacer su aparición en el país latinoamericano. General Motors, Latam Airlines y Embraer han optado por retrasar sus proyectos a la espera de un mejor momento.

Según señala Bloomberg, la dilatación de la llegada de estas empresas se traduce en menos vuelos, en el caso de Latam, o contratos que se incumplen, como ha ocurrido con Embraer, a la que el Gobierno brasileño había comprado un avión que aún no ha pagado.

No han sido las únicas que han tenido que cambiar sus decisiones. Las pequeñas y medianas empresas de Brasil también han tenido que modificar su enfoque y apostar por una bajada de sus precios. Aunque parece que ni por esas consiguen mantenerse a flote, según señalan los propios empresarios nacionales.

Otros se muestran más optimistas y esperan que, poco a poco, la situación se normalice, aunque la oposición e incluso algunos de los partidarios de Rousseff siguen pidiendo su cabeza, pues la consideran culpable (junto a su Ejecutivo) del estado en el que se encuentra el país.

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