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EL NUEVO MODO

Economía XI

LA TRANSICIÓN DEL COMUNISMO AL MERCADO. Monterroso habría escrito: “Cuando despertó, el dinosaurio ya no estaba allí”. El socialismo real, el de vocación de eternidad, había implosionado y comenzaba a desaparecer. El fracaso económico era rotundo, debilitó lo demás y explicaba la hecatombe. LA TRANSICIÓN DEL COMUNISMO AL MERCADO. Monterroso habría escrito: “Cuando despertó, el dinosaurio ya no estaba allí”. El socialismo real, el de vocación de eternidad, había implosionado y comenzaba a desaparecer. El fracaso económico era rotundo, debilitó lo demás y explicaba la hecatombe.

No fue solo Reagan con su inteligente manejo disuasivo. Fue la imposibilidad de responderle. Las cifras de una supuesta fortaleza económica eran falsas. Y muy, pero muy alejadas de lo publicitado.

Maña que, por cierto, no ha desaparecido en los seguidores actuales del colectivismo. En Venezuela, por ejemplo. La historia continuaba y continúa. Pregúntennos a nosotros, los sufridos venezolanos.

Se dijo que había habido un supuesto fin de la historia. La Economía –había surgido el llamado Consenso de Washington- vino a ocupar la escena. El economicismo –el llamado fundamentalismo de mercado- arropó la política. Error. Luego tuvo que moderarse.

No fue lo contrario, como tanto se dice por ahí. Que la política secuestró la Economía. Se dio un mal paso inicial. Incluso permitió que luego varios muertos resucitaran. El corpus necesario no estuvo y aún no está. Para los venezolanos no está, por ejemplo. No está.

Después de la hecatombe había que orientar el paso de la planificación central y el estatismo –o el populismo- a la economía de mercado. La “Transición del Comunismo al Mercado” –así se le llama convencionalmente en todo el mundo- había nacido. Y conocerla en profundidad nos interesa mucho. No para copiar, sino para aprender.

Tal nacimiento representó una nueva línea transicional, basada en cambios económicos, no políticos, aunque de toda evidencia los hubo, como los postulados por la “Transición a la Democracia” iniciada por Rustow. No era un piso superior o una nueva fase de la primera línea transitológica. Era, y es, otra cosa. Y hay que conocerla.

Es que es otro manejo: un asunto rigurosamente económico. Muy complejo. No es para diletantes. Se apoya en rigurosas demostraciones matemáticas de avanzada, por ejemplo, no en el saber convencional. Y también en manejos amplios más allá de lo económico. En el valor del “Imperio de la Ley”, sirva también de ejemplo.

Muestra variantes, que deben ser diferenciadas. Jeffrey Sachs y Joseph Stiglitz no representan lo mismo, por citar dos voceros reconocidos. Hoy, en fases avanzadas de su ciclo de vida convencional, con evidentes progresos, esa línea transicional copa la escena de la literatura transitológica.

Incluso, en los últimos tiempos –posteriores a la atenuación de la crisis arrancada en 2007-08- ya se habla de “Economía Postransicional”. Y hemos referido que sobre China se habla ya del “Síndrome de la Transición Económica”, por su condición posindustrial.

Amigos lectores, la “transition from communism to the market”, con sus variantes, planteamientos, logros, progresos, controversias, enseñanzas, etc., será tema de varios de nuestros artículos, a partir de hoy.

Tal como expuesto en otras series (Las verán en: Capítulo 7: Sobre el “estado del arte” de la economía transicional en el año 2014, en nuestro libro en vías de publicación, ya referido), ha habido dos manejos en esa línea: de shock y gradual.

La controversia ha permitido algunos acuerdos; pero, subsisten temas de discrepancia. Un gran consenso existe –esto es importante para economistas y diletantes distraídos- sobre sus componentes necesarios. Ya los hemos mencionado en esa serie. No los repetiremos.

No esos componentes, entonces, sino el modo de agenciarlos, es el quid de la cuestión. En el campo se acepta que su contribución al resultado final está relacionada con las condiciones iniciales de cada caso (tema muy importante para la línea) y la calidad integral del proceso adoptado.

Pero, también valen el conocimiento económico general y de las experiencias ya conocidas y la inteligencia estratégica. Nos van a servir a nosotros para evitar improvisaciones y errores. Con plantear los asuntos de la velocidad o secuencia de las medidas, como algunos, no es suficiente.

Recuerdo mis viejas elaboraciones, clases y discusiones en la Escuela de Gobierno de la Oficina Central de Coordinación y Planificación (CORDIPLAN) en la época que en Venezuela se aplicaba el famoso plan de ajustes del segundo gobierno del Presidente Pérez, en pleno auge del Consenso de Washington, al cual –en plan crítico- reclamábamos su integralidad, coherencia e intertemporalidad.

Y es que hay un “arte” de la toma de decisiones de políticas públicas que debe ser asumido, pero que no lo fue del todo en aquel caso: pertinencia teórica y respecto al diagnóstico, eficacia global, coherencia funcional, eficiencia, suficiencia y “timing” son atributos necesarios en intervenciones como las que nos interesan.

La estabilidad (en función de la viabilidad a largo plazo de un proceso lleno de acechanzas) debe ser un valor inicial importante, a cuidar. Y no lo fue en algunos casos. Los choques y caídas iniciales deben minimizarse. Son cruciales. Y se corre el riesgo de hacerlo perdiendo el rumbo necesario. Y ese rumbo es lo importante.

Las transiciones –esto es general- deben cumplir un triple cometido. viabilizar y superar un tiempo que es turbulento y lleno de acechanzas, por la vía de una progresiva adecuación de condiciones para el cambio, pero vigilando celosamente el norte y evitando el “argumento de la Economía Política” y otros riesgos.

La selección y combinación de medios es esencial. Los instrumentos macroeconómicos cuentan, pero no son suficientes. Lo macro, lo micro, lo institucional, el modelo productivo y la calidad de la gestión deben ser combinados de manera muy exigente. No es cualquier alquimia. Pero aún más: deben concatenarse con cambios legales generales.

Los economistas tenemos una fuente importante de aportes a las transiciones a la democracia. Cambios políticos sin músculo económico son vulnerables.

* Santiago José Guevara García

(Valencia, Venezuela)

[email protected] / @SJGuevaraG1

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