El cantautor brasileño Leo Minax es un habitual en los escenarios de los clubs de música en directo de las ciudades españolas. De esos locales, de pequeño aforo, en los que el público casi puede sentir la respiración de los artistas. El cantautor brasileño Leo Minax es un habitual en los escenarios de los clubs de música en directo de las ciudades españolas. De esos locales, de pequeño aforo, en los que el público casi puede sentir la respiración de los artistas.
Y a lo largo del tiempo, el trabajo de Leo se ha beneficiado mucho de esta interacción y esta cercanía. Tal vez, por eso, Minax ha optado por grabar sus dos últimos discos al natural, con todos los músicos tocando simultáneamente frente a los micros, como si se tratara de un concierto.
La idea de Minax, parece haber sido captar el sonido único e irrepetible que se produce en esos momentos de comunión artísticas. Capturar la magia de lo efímero y convertirla en algo perdurable gracias a la tecnología.
Hay muchos riesgos en esta forma de trabajar que, por supuesto, no está al alcance de cualquiera. Y, cuidado, no nos referimos solo al dominio instrumental que se requiere para conseguir que cada elemento esté en su sitio y que no haya fallos evidentes.
Se necesita también escucha activa, capacidad de improvisar y buena compenetración. Sólo así la atmósfera generada por cada momento único puede llegar hasta el oyente final, de tal modo que las imperfecciones sean también una parte fundamental de la obra.
En estos casos, además, los acompañantes son fundamentales. Tal vez por eso, Minax ha contado con Pablo Martín Caminero al bajo y Borja Barrueta a las percusiones, para grabar este ‘Lo Que No Estaba Escrito’, su nuevo disco.
Un trío perfectamente empastado, en el que la complicidad es evidente, con el que Leo, como decíamos al principio, se ha jugado el tipo muchas veces en escenarios pequeños. Justo aquellos que ponen de verdad a prueba la valía de los artistas.
