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EL NUEVO MODO

Economía IX

CHINA: CASO ROBUSTO Y EXITOSO. Casi desdibujado en la memoria, tengo el recuerdo de haber asistido en Londres o París, a fines de los ’70, a una exposición de productos chinos. CHINA: CASO ROBUSTO Y EXITOSO. Casi desdibujado en la memoria, tengo el recuerdo de haber asistido en Londres o París, a fines de los ’70, a una exposición de productos chinos. Aquello era, para no ser peyorativo, una muestra artesanal. Nada que ver con la nueva realidad posindustrial, menos de 40 años después.

Vale mucho la referencia al tiempo transcurrido de entonces a ahora y su comparación con la duración del anterior ciclo democrático venezolano. En menos de 40 años, a partir de lo hondo de un desastre, China se perfiló y ubicó como una potencia mundial avanzada. En el mismo tiempo, Venezuela pasó de tener la “pole position” para ingresar al primer mundo a un trágico regreso al oscurantismo, los peores indicadores económicos mundiales y la miseria más vil: la provocada.

Lo que pasó y pasa en China –un país aún en transición: opinión de expertos- es de obligatoria lectura y análisis para todos los que entendemos la economía como un tema de gestión y no como una obsesiva y fanática discusión ideológica o de sistemas económicos puros comparados.

Con la inspiración de casos del mismo continente –Singapur, Japón, Taiwan, Corea del Sur, por ejemplo- el proceso chino se asocia al pragmatismo político del liderazgo liderado por Den Xiaoping frente al rotundo fracaso y el terrible problema de las secuelas del maoísmo. Claro, ha pasado mucha agua bajo los puentes de entonces a ahora.

Hoy, una burocracia de la mayor calificación –factor clave- y el alto gobierno nos asombran en el día a día de las decisiones económicas y políticas. Las recientes reformas en lo monetario, bancario y otras áreas –más mercado, menos Estado, ajustes de cara a la fragilidad financiera- y la cruzada anti corrupción del Presidente Xi Jingping, nos indican avances importantes tanto en los temas económicos, como políticos.

La base confuciana, el control político, los éxitos cercanos, una inteligencia básica (“No importa que el gato sea blanco o sea negro. Mientras cace ratones es un buen gato.»), condiciones iniciales especiales y otros factores llevaron al inicio a un proceso de mucha determinación para “modernizar el socialismo”, basado en una gran experimentación, calificado por Steven Ng-Sheong Cheung, “el mayor programa de reforma económica en la historia”, aunque no haya sido inicialmente un plan altamente estructurado de una buena vez.

El proceso siempre ha sido gradual –rasgo a destacar-, con cambios marginales, prueba y posterior extensión. Temas diversos, asociados a derechos, nivel de vida, política y probidad administrativa han sido relegados. Por eso, la referencia especial que hacemos a los recientes manejos contra la corrupción.

Lo que fue el proceso chino –ya lo hemos revisado en serie anterior y nos tocará de nuevo por la vía del análisis comparado- ha permitido el modelo más robusto de la economía actual y el resultado más exitoso.

La metáfora que ha expresado hasta ahora el proceso de transición chino es el llamado “Beijing Consensus”. Interesa revisarlo. Contiene las claves de lo logrado hasta ahora. Con el avance logrado, el nuevo entorno mundial de dificultades para Occidente y su nuevo rol de actor global importante, habrá que preguntarse si lo seguirá siendo. Es una pregunta necesaria a todos. ¿Hay una nueva metáfora? ¿Qué hay de interés en ella?

Algunos elementos de sus manejos iniciales se mantienen; pero, otros, bien analizados muestran cambios cuya motivación habrá que precisar. El “respeto mutuo” que marca el “Consensus” no significa lo mismo ahora que en los años del derrumbe del mundo comunista. Posiblemente ya no exista.

La mano financiera tendida a Rusia hace apenas unos días no es un hecho neutral. China fuerza cambios hacia la alineación de sus beneficiarios con sus prioridades políticas, en casos, opuestas a la de Occidente. El muy reciente gran financiamiento a Brasil recibe críticas por la imposición de una agenda de interés chino. Crea nuevas instituciones que no solo compiten, sino que socavan alianzas occidentales viejas (el banco de inversiones en infraestructuras, con la presencia del Reino Unido y Australia y la oposición de USA). Su “Ruta de la Seda” crea una gran geoconomía con base en un país comunista y uno neocomunista; etc.

Algunos analistas ven turbulencias en la ralentización del crecimiento chino. Yo no lo veo así. El proceso madura, el PIB potencial merma y el mundo está creciendo menos y de forma asimétrica. Es más el entorno que un supuesto costo de las reformas económicas, que producirán sus efectos en un momento temprano. El entorno parece cambiar a positivo y las reformas ya habrán pagado su costo.

China apuesta al largo plazo y decide el camino correcto. Las medidas de los recientes meses, que comentamos desde el mismo día de su decisión, deben producir sus efectos positivos en un momento próximo. Y hay un programa explícito de reformas.

Mientras tanto, el mundo occidental: Europa, por ejemplo, tarda en tomar el toro por los cuernos y saca –tampoco mucho- el jugo a la nueva política monetaria, sin acometer en profundidad las reformas estructurales para la competitividad necesarias y la fiscalidad apropiada. La actual coyuntura, de duda entre alzas y recuperación o regreso al estancamiento, pone demasiado el énfasis en lo financiero y no en las reformas, como China. Éstas últimas son un invitado indeseado en el menú corriente en Occidente. No así en China.

Para lo anterior, ayuda la fortaleza gubernamental. Pero, también la disponibilidad de una agenda de largo plazo. Esa agenda es conocida. Tiene que ver con déficits en lo logrado, como con los nuevos retos en su paso de economía industrial a posindustrial. En los últimos tiempos, algunos hablan del “síndrome de la transición económica”, para referir esos nuevos retos.

China se adentra en el posindustrialismo. Es un actor mundial importante. Es un “terremoto de Nepal” en la geopolítica y la geoeconomía (cambia el mundo), pero algunos no lo sienten. Prueba, corrige, reforma, cumple agendas, cree en las reformas permanentes.

China va a un rol principalísimo en el mundo. Su modelo debe ser deconstruido por los analistas para, mutatis mutandis, extraer enseñanzas. Eso hacemos.

* Santiago José Guevara García

(Valencia, Venezuela)

[email protected] / @SJGuevaraG1

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