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Joe Crepúsculo

Dentro de nada será un clásico. O algo por el estilo. Pero, de momento, el cantautor electrónico Joe Crepúsculo todavía representa una especie de opción moderna y vanguardista supuestamente llamada a definir los parámetros del pop del siglo XXI. Dentro de nada será un clásico. O algo por el estilo. Pero, de momento, el cantautor electrónico Joe Crepúsculo todavía representa una especie de opción moderna y vanguardista supuestamente llamada a definir los parámetros del pop del siglo XXI.

Cierto que su música no es del agrado de todo el mundo. Dicen, por ejemplo, que a Pablo Iglesias, el secretario general de Podemos, no le ha gustado mucho la sintonía que Crepúsculo ha hecho por encargo de algunos dirigentes del partido, para que fuera la banda sonora de esta campaña electoral.

La polémica ha ‘incendiado’ los portales especializados en música moderna en los que se acusa al político de la coleta de no estar al día. Una controversia que quizá no haya sido demasiado perjudicial para Crepúsculo que, en estos días, presenta en sociedad ‘Nuevos Misterios’, su séptimo disco.

Una colección de canciones que tal vez, gracias a todo lo anterior, permita a Crepúsculo, superar los límites habituales en la difusión de sus trabajos, limitada hasta ahora a una base fiel de fans, quizá algo reducida. Lo malo, o lo buenos, es que la generalización de la figura de los trovadores eléctricos, siempre con la mirada puesta en las pistas de baile, ha despojado a los pioneros en el estilo de la ventaja que les proporcionaba la sorpresa.

Pero Crepúsculo puede salir también beneficiado de la superpoblación. Al fin y al cabo, la originalidad basada sólo en los símbolos externos del discurso, como la instrumentación elegida o los balances de las mezclas tiene las alas cortas.

Más allá de las características formales, en su nuevo disco, repleto de buenas melodías y variedad estilística, Crepúsculo demuestra que quizá sea uno de los pocos dinosaurios con capacidad para sobrevivir a la próxima glaciación sonora. Es decir, al momento en que las modas pasen y el sonido de hoy solo cotice en los mercados de la nostalgia.

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