Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Maduro convierte a los inmigrantes colombianos en ‘chivos expiatorios’ de la crisis venezolana

Nicolás Maduro, presidente de Venezuela

¿Tiene un inmigrante colombiano cerca? Pregúntele si ha escuchado alusiones peyorativas respecto de su nacionalidad, en las colas del transporte o para comprar alimentos. Y por estos días, cuando Maduro busca chivos expiatorios para la dolorosa crisis que padece el país, buenos son los inmigrantes. ¿Tiene un inmigrante colombiano cerca? Pregúntele si ha escuchado alusiones peyorativas respecto de su nacionalidad, en las colas del transporte o para comprar alimentos. Y por estos días, cuando Maduro busca chivos expiatorios para la dolorosa crisis que padece el país, buenos son los inmigrantes.

Cada día suben de volumen las acusaciones contra los colombianos residenciados en Venezuela. En las filas para adquirir productos de primera necesidad se han registrado caso de mujeres insultadas porque según sus agresoras, los colombianos son los culpables del desabastecimiento.

Una muestra de la matriz de opinión que el gobierno de Nicolás Maduro ha impuesto, en relación con los nacionales del país vecino, puede verse en los comentarios que hacen los lectores del diario Últimas Noticias, órgano informativo en línea con el régimen. El 5 de marzo de este año, ese periódico publicó una nota con el título de “Venezuela deporta a 171 colombianos en 48 horas”. El espíritu dominante en los mensajes de los lectores fue de rechazo violento a las víctimas de las deportaciones. “Son todos paramilitares de la derecha colombiana. Son de muy bajo nivel de instrucción y de muy bajo instintos”, escribió el lector Jesús Romero, quien, por cierto, no puso un solo acento en su texto, que citamos corregido en la ortografía.

“La mayoría dirige las guarimbas terroristas contra las instituciones y contra el pueblo bolivariano venezolano. Son contrabandistas de extracción, son delincuentes, son sicarios, son de la mafia de comerciantes buhoneros que acaparan –especulan- con alimentos-medicinas, etc”.

Con similar descuido en la expresión, la lectora Betty Delgado se sumó a la lluvia de venablos: “Estoy de acuerdo con que saquen de Venezuela tantos colombianos como se pueda. Ellos trajeron al país mucha delincuencia, vicios, terror, muerte, violencia. No son personas bien recibidas en ningún país. No respetan ni agradecen a nuestro país, que les ha dado la oportunidad de prosperar. Rechazan nuestro gobierno, lo critican. Entonces qué hacen aquí, que se vayan a su Colombia. La mayoría de los bachaqueros son colombianos, viven a sus anchas aquí y solo pagan con su maldad”.

El lector Karl Clarkson alude a los maltratos que han sufrido muchos de los deportados, quienes desde el primer momento son despojados del dinero y de sus teléfonos celulares. “Los malos tratos que reciben”, apunta el lector de Últimas Noticias, “no son nada comparados con el daño que le hacen al país. No están acá por nada bueno, porque ser buhonero no aporta desarrollo económico alguno. Vienen es de sanguijuelas, puro lleva y trae, oportunistas”.

Un solitario lector invita a hacer memoria: “en el gobierno de Chávez se gestionaron las famosas cédulas de franja roja que hicieron legales a miles de colombianos, quienes hoy en día tienen hijos venezolanos (o familia) en Venezuela. La mayoría huía de Colombia o era de dudosa procedencia. Ahí están los resultados”.

Y el lector Kervin Rodríguez completa: “Después de que los usan los botan, típico”.

Se refieren a las cedulaciones masivas que hizo el gobierno de Hugo Chávez en 2004, cuando desplegó diversas estratagemas para ganar el Referéndum Revocatorio Presidencial, que pospuso, por consejo de Fidel Castro, hasta tener garantía de victoria. Entre esos ardides estuvo la descalificación de las firmas recogidas para activar ese recurso, previsto en la Constitución (que Jorge Rodríguez desechó diciendo que eran “planas”) y la repartición a espuertas de cédulas e incluso de la propia nacionalidad, a colombianos que vivían en Venezuela (se llegó a decir que también los traían para ese fin) para que votaran a favor de Chávez en el referéndum.

Las cosas han cambiado al punto de que ahora esos mismos colombianos son culpados de todos los males de Venezuela. Y por estos días, cuando Maduro busca chivos expiatorios para la dolorosa crisis que padece el país, buenos son los inmigrantes. Total, ya pasó por el control de las fronteras; la intervención de tiendas, farmacias y abastos; la detención de los directivos de esos establecimientos; ya puso captahuellas; ha dejado el Ministerio de Alimentación en manos de militares, como ha estado desde su creación en 2004… Y el desabastecimiento sigue ahí, lo mismo que un descontento creciente.

Como le ha funcionado, ha optado por la estrategia de Hitler, quien recriminaba a los judíos de todo, siguiendo la estela del viejo antisemitismo, que atribuía a los judíos hasta el origen de las epidemias.Y, como en tantas cosas, ha encontrado seguidores que lo secunden en la demonización de los colombianos.

“Deberían hacer una limpieza en los cerros”, propone un lector de Últimas Noticias, “para que vean dónde andan los paramilitares camuflados. Aquí viven como reyes y mandan la plata para sus familiares en Colombia. Colocan sus vallenatos a todo volumen hasta altas hora de la noche sin ningún respeto por los vecinos, y si le reclaman cuídense. Bachaqueros aprovechados, de alimento, de gasolina, son todos unas joyitas”.

Listo. Maduro es inocente de la debacle. Los culpables son los colombianos, los nuevos judíos de Maduro y su claque.

Más información

Scroll al inicio