A lo largo de su extensa carrera, el saxofonista y flautista granadino Javier Paxariño se ha movido casi siempre, entre el vértigo de la improvisación creativa, es un músico formado en el jazz al fin y al cabo, y los ritmos ancestrales de las músicas del mundo. A lo largo de su extensa carrera, el saxofonista y flautista granadino Javier Paxariño se ha movido casi siempre, entre el vértigo de la improvisación creativa, es un músico formado en el jazz al fin y al cabo, y los ritmos ancestrales de las músicas del mundo.
Dos polos, a veces opuestos, que parece haber conseguido conciliar definitivamente con su actual Trio, en el que goza de la complicidad de otros dos músicos sin miedo al riesgo, el guitarrista Josete Ordóñez y el percusionista Manu Lucena.
La formación se ha consolidado gracias al directo, hasta el punto de que esta singular aventura, que los tres amigos iniciaron casi como un viaje de exploración por un territorio sin mapas, ha establecido ya las primeras coordenadas de su universo sonoro en un más que recomendable disco, ‘Dagas de Fuego Sobre El Laberinto’.
La grabación es intensa, estimulante y obliga al oyente a desenvolverse en compases poco habituales en la tradición española y muy usados, sin embargo, en otras tierras unidas a la Península Ibérica por esa inmensa puerta de agua que constituye el mar Mediterráneo.
Pero, sin duda, al menos desde mi punto de vista, cuando este trio alcanza su máxima potencia es en directo. En esas actuaciones, a veces aparentemente descontroladas, en que la interacción entre sus componentes conduce la música hacia lugares verdaderamente insospechados.
Así, cada nueva actuación es una historia distinta, en que canciones como ‘Fiesta en el Realejo’, ‘Mandopólis’ o ‘Juegos con Zahira’ son el inicio de un camino lleno de desafíos, cuyo comienzo es conocido, pero cuyo final resulta siempre tan interesante como imprevisible.
