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Telmary Díaz

Telmary Diaz

Entre tramas de espionaje, enfrentamientos con el Régimen y la Iglesia Católica, contestación social y puro entretenimiento, el rap tiene todavía en Cuba el aura de las músicas verdaderamente ‘revolucionarias’. Y en este contexto, se desenvuelve, por ejemplo, Telmary Díaz. Entre tramas de espionaje, enfrentamientos con el Régimen y la Iglesia Católica, contestación social y puro entretenimiento, el rap tiene todavía en Cuba el aura de las músicas verdaderamente ‘revolucionarias’. Y en este contexto, se desenvuelve, por ejemplo, Telmary Díaz.

Telmary no acaba de llegar a esto. Aunque el éxito, o al menos el prestigio en los ambientes del ‘flow’ ha empezado a llegarle no hace mucho. Pero, a estas alturas, ya empieza a ser un clamor, desde que el pasado año, su segundo disco en solitario, ‘Libre’, obtuvo el Premio Cubadisco en la categoría de hip-hop.

Ella, sin embargo, busca sus raíces más allá. En las improvisaciones de Allen Ginsberg cuando los poetas se mezclaban con los músicos de jazz en la década de los cincuenta del siglo XX, o en las improvisaciones militantes de Gill Scott-Heron, diez años después.

Por eso, Telmary, a veces se desmarca del ‘rap’ y se define como una practicante de ‘Jazz-Poetry’ una disciplina, ahora casi olvidada, que fue quizá el principal precedente del hip-hop comprometido y que, como este estilo, se basa fundamentalmente en la comunicación.

Y, últimamente, quizá porque desde hace tiempo pasa muchas temporadas fuera de Cuba, su música se ha impregnado más y más de raíces procedentes de la música ancestral de la isla, su percusión y hasta los cánticos yorubas.

En los próximos meses, Telmary quiere impulsar unos cuántos proyectos complicados, como hacer una ópera de hip-hop, escribir un libro de poesía y volver al teatro. Quizá porque para una artista como ella, la comunicación con el público es la tarea prioritaria.

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