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Natalia Ponso

Natalia Ponso

Melodías susurradas y letras transcendentales. Aunque también hay sitio para la vida cotidiana en el menú. Por ahí, más o menos, se mueven las canciones que ofrece Natalia Ponso, una de las últimas cantautoras argentinas de la nueva generación. Melodías susurradas y letras transcendentales. Aunque también hay sitio para la vida cotidiana en el menú. Por ahí, más o menos, se mueven las canciones que ofrece Natalia Ponso, una de las últimas cantautoras argentinas de la nueva generación.

En algunos medios especializados, califican su estilo como folk de corte ‘indie’. Y quizá haya algo de eso. Desde nuestra humilde opinión, la joven Natalia está emparentada con grandísimas compañeras de viaje como la peruana La Lá o José González, ese ciudadano sueco con ancestros argentinos.

Lo que significa que al fondo a la derecha hubo alguien, en algún momento, que dejó sonando en el ambiente algún disco de Silvio Rodríguez, cuya música es un antecedente básico de todo esto. Por la elegancia de las cuerdas de nylon suavemente tañidas y el aliento poético que aporta.

Cierto que Natalia no parece demasiado preocupada por asuntos coyunturales o políticos. Sus textos son más hondos. Más preocupados por la vida, el universo, el cosmos o el paso del tiempo. ¿Filosofía de bolsillo? Nada de eso.

Más bien conexión con la tierra, entendida como elemento generador del devenir humano. Pero, aderezando esas preocupaciones trascendentales y esa incertidumbre vital, está la distancia, la ironía y ese necesario toque humorístico que siempre viene bien por sutil que sea.

Y todo ello, como puede verse en ‘Monstruo’, su última referencia discográfica, envuelto por una instrumentación sabia y austera que ayuda mucho a configurar un conjunto suave y agradable. Pero, cuidado con la dulzura, porque muchos de estos temas tienen un doble fondo oscuro. Eso, por cierto, hace que sean aún mejores.

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