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La escasez y los revendedores golpean a los barrios populares de Venezuela

Nicolás Maduro, presidente de Venezuela

Por razones financieras, el Gobierno no puede permitirse el subsidio de todos los alimentos que se consumen (en su mayoría importados). Es por ello que los sectores populares se han visto en la necesidad de bajar de los cerros en los que viven para abastecerse en los supermercados de clase media. Por razones financieras, el Gobierno no puede permitirse el subsidio de todos los alimentos que se consumen (en su mayoría importados). Es por ello que los sectores populares se han visto en la necesidad de bajar de los cerros en los que viven para abastecerse en los supermercados de clase media, salvando el costo que los revendedores le suman a los productos en los barrios.

Los venezolanos, especialmente los caraqueños, estamos marcados por historias sobre el 28 de febrero de 1989;aquel día, el Caracazo puso de manifiesto una realidad que muchos no querían ver. El hambre había llegado para quedarse a las zonas populares de la capital. La escasez y la inflación provocaron un gran malestar en la población que no soportó las implicaciones del aumento de la gasolina, lo que generó disturbios, saqueos y la muerte de muchos civiles; políticamente, fue un duro golpe para un gobierno que recién empezaba y nunca logró estabilizarse.

La similitud de aquellos tiempos con los actuales no se puede pasar por alto; estamos viviendo uno de los peores momentostanto política como económicamente. La inflación y la escasez, junto con la caída de los precios del petróleo, han traído como consecuencia la acentuación de una crisis que para el gobierno de Maduro, hasta ahora, no era prioritaria. Desde hace más de un año, en el interior del país, ha habido desabastecimiento de productos de la cesta básica; largas colas y recorridos por diferentes establecimientoshan sido necesarios para llenar las neveras de los que, todavía, pueden darse ese lujo. En Caracas, aunque eventualmente habíamostenido fallas en la distribución de productos, no podíamos imaginarnos lo que ya se vivía en otros estados .

Caracas ha sido la consentida de este gobierno, que tiene muy frescos los episodios vividos aquel febrero de 1989, pero ahora, ésta no escapa a la realidad nacional. ¿Cuántas historias no han escuchado los caraqueños sobre el día que bajaron los cerros? Historias que, en la boca de muchos, son añoranzas de volver a vivir el momento en que los venezolanos decidieron alzar su voz y protestar por una situación que solo recrudecía. El Gobierno teme el día en que esa historia se repita y, para ellos, hay una mala noticia: potencialmente,ese día ya está aquí.

Para todos los que han salido a recorrer supermercados buscando alimentos y productos de aseo personal que no se consiguen, el día que bajen los cerros es ayer, hoy, mañana o dentro de un mes. Anteriormente, las redes de supermercados públicos y misiones llevaban a los sectores populares los alimentos y productos necesarios a precios solidarios; hoy, eso no es posible. Por razones financieras,el Gobierno no puede permitirse el subsidio de todos los alimentos que se consumen (en su mayoría importados). Es por ello que estos sectores se han visto en la necesidad de bajar de los cerros en los que viven para abastecerse. La realidad vuelve a tocar a las puertas de la clase media y del gobierno de Maduro, ambos con miopía, incapaces de ver que la exclusión y la falta de solidaridad son las principales causas de este desastre.

La mayor responsabilidad es sin duda del gobierno de Maduro. Un gobierno que se hace llamar socialista y que no ha tenido la sensibilidad para entender que el principal afectado por sus políticas erradas en materia económica es, precisamente, la clase trabajadora. Este gobierno piensa que, manteniendo el mito de Chávez vivo y buscando culpables de guerras inventadas, va a llenar las neveras de estas personas. Nunca se han paseado por preguntarse cuánto dinero deben gastar los caraqueños para bajar de los barrios tomando cuatro o cinco autobuses y después el Metro cuyo boleto más barato cuesta lo mismo que llenar un tanque de gasolina para un vehículo estándar y, así, poder llegar a un supermercado en una urbanización de clase media donde puedan adquirir lo que necesitan,siendo esta además su mejor opción, porque en los cerros los revendedores de comida aumentan 30 y 45 % el precio de los productos.

Cuando no se aprende de la historia la misma se repite; hoy estamos de vuelta 25 años atrás; la realidad toca la puerta de los venezolanos, no solo del gobierno sino también, del ciudadano de a pie que ahora comienza a entender realidades que, hasta hoy, no había querido comprender. La crisis ha colocado a los venezolanos en igualdad de condiciones ya que el factor determinante ahora no es el poder adquisitivo sino la valentía que se tenga para hacer una cola en las afueras de un local en horas de la madrugada; así, mientras que las clases altas y medias sufren la escasez y la inflación que antes no sentían, los sectores populares, antes consentidos por el gobierno, comienzan a entender que con discurso político no podemos construir un país; la lucha de clases, tan aupada por el gobierno,perdió totalmente el sentido dándole paso al reencuentro necesario para reclamar justicia al gobierno de Maduro; igualmente, la realidad del interior tocó las puertas de la capital para hacerla entender que más allá de los peajes y los acentos no nos separa nada. Ahora solo le toca al Gobierno entender su parte. Por lo pronto, una gran verdad está en proceso, los cerros ya bajaron y seguirán haciéndolo…

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