¿Unos hijos adoptivos de Foo Fighters surgidos entre las convulsiones de la Venezuela de hoy? Eso mismo. Y, probablemente si Dave Grohl hubiera nacido en Caracas o Maracaibo, estaría tocando la batería o la guitarra en Cronovisor. ¿Unos hijos adoptivos de Foo Fighters surgidos entre las convulsiones de la Venezuela de hoy? Eso mismo. Y, probablemente si Dave Grohl hubiera nacido en Caracas o Maracaibo, estaría tocando la batería o la guitarra en Cronovisor.
Pero, a falta de un componente tan distinguido, Gerardo Camargo, a la voz, Alberto Villena al bajo, Jhonatan Tovar y Lauren Bianchi, a las guitarras y Mario Latouche en los tambores, se bastan y se sobran para hacer todo el ruido que haga falta.
Esa es su apuesta. El rock más contundente que pueda conseguirse cuando una banda toca con los potenciómetros al máximo y el sonido crujiente de las guitarras distorsionadas parece a punto de conseguir que los altavoces echen humo.
En estos días se encuentran de gira promocional por varios países de Latinoamérica para presentar ‘Uno’ su primer álbum de larga duración recién publicado. Un disco que viene a confirmar las buenas sensaciones que habían dejado ya en la parroquia rockera del subcontinente con los temas de ‘Futura’, su primer Ep.
En las entrevistas que conceden, los chicos explican que han elegido el nombre que tienen porque aspiran a mezclar en su música elementos de distintas épocas y darles un tono general contemporáneo.
¿Lo consiguen? Algún crítico ha dicho de ellos que tienen un pie en los setenta y otro en los noventa. Aquí nos reservamos la opinión. Pero, lo cierto es que mientras sean capaces de hacer canciones tan redondas como ‘Uno’ o ‘Como una bala’, todo lo demás apenas importa.
