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EL NUEVO MODO

Volksgeist

Que Sir Isaiah Berlin fue uno de los grandes pensadores políticos del Siglo XX no se discute. Sus ideas inspiran mucho. Posiblemente por su origen judío asignaba gran valor a la identidad y los nacionalismos. Que Sir Isaiah Berlin fue uno de los grandes pensadores políticos del Siglo XX no se discute. Sus ideas inspiran mucho. Posiblemente por su origen judío asignaba gran valor a la identidad y los nacionalismos. Su lectura con relación a esos dos asuntos son de primordial importancia en la Venezuela de estos días.

El fenómeno chavista, y por extensión, otros procesos, asociados en diversas formas neototalitaristas supranacionales, como el Foro de Sao Paulo, o su parapeto, la ALBA, se enmarcan dentro de un manejo político y geopolítico regional y mundial que representa lo contrario a lo ponderado por Berlin, con base en el romántico alemán J. G. Herder, y que en la Sociología y otras disciplinas se ha establecido con el término alemán Volksgeist: espíritu del pueblo o de la nación. El espíritu nacional es contrario a toda pretensión de dominio foráneo.

El Chávez que muchos no ven no es él mismo: es solo una pieza histriónica y bien posicionada de un diseño político de alto vuelo, alrededor de Fidel Castro y Lula Da Silva, capitostes regionales del neocomunismo, pero enmarcado dentro de la reacción política y geopolítica mundial, liderada por Rusia, de disensión de Occidente, y que hoy, por su propia intención y por errores estratégicos del mundo libre, comienza a perfilarse como una nueva Torre de Babel mundial, enfrentada al ideal de democracia y, cuidado, si de paz.

Resulta que el proyecto político, del cual Chávez se creyó epicentro, encontró en Venezuela al bobo de la familia: alardea y anima la fiesta, pero paga los costos. Hasta sectores estadounidenses hablan de la importancia de una Venezuela como la actual: que resuelva problemas y pague facturas que, con miopía, la política externa americana no asume. El argumento de la desestabilización de América Latina y el Caribe por una supuesta interrupción de la faena del “bobo”, es solo demostración de la vieja cerrazón de criterio anglosajona y un escupitajo hacia arriba frente a los escenarios mundiales que se avizora.

En una obra de ensayos y entrevistas de comienzos de la última década del siglo pasado, Berlin afirmaba que “El propósito de la Torre de Babel era que tuviera un carácter unitario; una sola edificación enorme, que se alzara hasta el cielo, con un idioma para todo el mundo” y sentencia “Al Señor no le agradó”. Los conglomerados tiránicos como los imperios británico, austro-húngaro y soviético fueron torres de Babel. No agradaron a los pueblos, los cuales, según Sir Ernest Baker, son “el Señor”. Pero, hay imperios que reencarnan.

En este mismo momento se erige otra torre. En el plano regional latinoamericano y del Caribe hay una parte de la Torre de Babel en construcción, dentro de los afanes del viejo comunismo soviético redivivo y, como complemento, en proceso de aproximación a China. Lo regional lo comandan Cuba y Brasil y lo financia Venezuela, con la entrega de su economía, sus recursos y sus contratos gubernamentales. Venezuela está hoy sometida a designios extraños a su alma y en medio de un juego geopolítico macabro.

La sumisión y entrega de soberanía venezolanas son hoy un pesado yunque sobre la cabeza de nuestra nacionalidad. Pero, repitiendo a Berlin, el Volksgeist o Nationalgeist, cuando es herido, “es como una rama doblada, sometida con tal severidad que cuando es soltada, golpea con furia. El nacionalismo, cuando menos en el Occidente, se crea por las heridas asestadas por la tensión”.

El pueblo que encendió la llama nacionalista latinoamericana e irrumpió contra el Imperio Español y creó, antes que “La Pepa”, una constitución liberal, no puede sino resentirse como una rama doblada y sometida. El nacionalismo venezolano es la fuerza que impulsará la acción de su sociedad a una nueva era de libertad y democracia.

El problema de la sumisión a Cuba y otros centros de poder de la nueva entente política iconoclasta no es uno que se sienta y exprese como el desabastecimiento o la inseguridad, por ejemplo. Pero, es causal de ellos y otras de las múltiples carencias que hoy acongojan a los venezolanos. Es tarea de su dirigencia democrática y libertaria, no solo identificar esos problemas, sino también las causas que los explican.

La relación entre problemática sentida y problemas de fondo que la generan es una medular tarea del mejor liderazgo. La sumisión, la pérdida de soberanía y la autolimitación de posibilidades, a favor de los “vivos” de la comparsa son un nudo crítico de esos problemas de fondo, cuya solución debe ser acometida, para resolver la primera. El costo de esa sumisión para Venezuela, hoy severamente limitada por voluntad gubernamental, debe dejar de pagarse.

Lo planteado debe ser un tema de la agenda política. Los flancos para atacar la posición oficial existen. El inflado gasto estatal, presupuestario y extrapresupuestario, en política exterior, geopolítica, aliados políticos y fomento a la subversión regional, el gasto armamentista y en medios represivos, la publicidad mundial, etc., son hoy una “grasa” de posible recorte, dada la precariedad de las cuentas públicas, la estrechez de la economía privada y obligación de ir a un ajuste económico. Lo otro es que seamos los ya exhaustos venezolanos los que paguemos las facturas.

Aquí dejo un análisis para quienes asuman políticamente la auténtica oposición al estado de cosas en Venezuela. Hoy Venezuela es una rama doblada, sometida con severidad por poderes foráneos y cómplices nacionales. Tocan –también expresiones de Berlin, “una explosión de orgullo nacional” y una “reafirmación agresiva” de los venezolanos. Ni los malos, ni los media-tinta cuentan.

* Santiago José Guevara García

(Valencia, Venezuela)

[email protected] / @SJGuevaraG1

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