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Lynda Lemay

Nunca es tarde para descubrir a una gran artista. Por ejemplo a la canadiense Lynda Lemay, nativa de Quebec y, por lo tanto, más cerca de la ‘chanson’ francesa que del country-rock estadounidense. Nunca es tarde para descubrir a una gran artista. Por ejemplo a la canadiense Lynda Lemay, nativa de Quebec y, por lo tanto, más cerca de la ‘chanson’ francesa que del country-rock estadounidense.

El predominio del inglés en el mundo se traduce también en la dificultad de algunos artistas relevantes para conseguir la audiencia global que merecerían. Lemay canta en francés lo que probablemente ha contribuido a que su fama quede bastante lejos de la de algunos de sus compatriotas.

Aún así, Lynda goza de una merecidísima fama en los países en los que el francés es la lengua habitual. En la propia Francia, sin ir más lejos, donde cuelga siempre el cartel de ‘no hay billetes’ en sus actuaciones en el Olympia de París.

Su último disco ‘Feutres et Pastels’ ha servido para acrecentar aún más esa merecida fama. Pero, lamentablemente, no parece que vaya a servirle para romper el ‘bloqueo’ que los medios de comunicación masivos ejercen contra quienes se atreven a cantar en un idioma distinto al que se habla en Washington.

Sin embargo, quien se atreva a explorar universos sonoros que se encuentran fuera de las rutas turísticas dominantes, puede experimentar placeres inesperados como el que proporciona una escucha atenta al trabajo de Lemay.

Hubo un tiempo, no hace tanto, que cantantes como Marie Laforet o Françoise Hardy eran conocidas en España, por ejemplo, y sus canciones sonaban en la radio antes o después que las de los Beatles o las de Lluis Llach. Esas buenas costumbres no deberían haberse perdido.

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