Tras 12 horas de discusiones, el Senado mexicano ha aprobado (en lo general) la apertura de la industria de los hidrocarburos a la inversión privada (nacional y extranjera). De ello se hace eco la sección dedicada a América Latina de El País. Tras 12 horas de discusiones, el Senado mexicano ha aprobado (en lo general) la apertura de la industria de los hidrocarburos a la inversión privada (nacional y extranjera). De ello se hace eco la sección dedicada a América Latina de El País.
En concreto, como señala el diario del Grupo Prisa, fueron el Partido Revolucionario Institucional (PRI, partido gobernante y al que pertenece el presidente Enrique Peña Nieto), el Partido Verde y el Partido de Acción Nacional (PAN) los que pusieron fin a la controversia con 95 votos a favor y 28 en contra.
Con varios momentos de tensión, la sesión se saldó con una reforma de tres artículos de la Constitución, lo que no sentó nada bien a la izquierda, que nunca ha estado de acuerdo con esta posibilidad. De hecho, los legisladores del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y del Trabajo (PT) acusaron que se “privatiza” la industria y señalaron como “traidores a la patria” a quienes aprobaron la reforma energética.
Dentro de las modificaciones, se destaca que el petróleo seguirá siendo propiedad de la nación y el margen de dos años que da a las empresas públicas descentralizadas, Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), para convertirse en lo que han denominado “empresas productivas del Estado”.
Además, le ley crea también el Fondo Mexicano del Petróleo para la Estabilización y el Desarrollo, una gran bolsa para gestionar las ganancias de Pemex.