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La devaluación de Chávez consigue el consenso de su Ejecutivo

Misión Imposible: la Maxidevaluación de Chávez

Nuestro colaborador Juan Carlos Zapata ha realizado un reportajes sobre la devaluación del bolívar decretada por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y sus consecuencias para la economía del país y para los venezolanos. Zapata narra que hubo división entre los miembros del Ejecutivo de Chávez que debatían esta estrategia y como los que estaban a favor lograron, finalmente convencer al mandatario. Nuestro colaborador Juan Carlos Zapata ha realizado un reportajes sobre la devaluación del bolívar que ha implantado el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y de sus consecuencias para la economía del país y para los venezolanos. Zapata narra como los miembros del Ejecutivo de Chávez han preparado esta estrategia y como los que estaban a favor han logrado tener todos los apoyos posibles, incluido el del propio mandatario.

Primero hubo que convencer al ministro de Economía y Finanzas, Jorge Giordani, el más reacio a las devaluaciones, quien había asentado que el gobierno de Chávez no caería en la práctica devaluacionista de los gobiernos de AD y Copei. Giordani calló. Encandilado por los reflectores miró al cielo. Tomó las gotas de Bach. Y dio luz verde. Fue él quien luego, finales de año, terminó convenciendo al Presidente.

El presidente del Banco Central de Venezuela, Nelson Merentes no necesitaba convencerse. Ya estaba convencido por los estudios técnicos del BC, algo que había desestimado su antecesor, Gastón Parra Luzardo. A Armando León, director del Banco Central de Venezuela (BCV) y gobernador alterno ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) y al ex-ministro Rodrigo Cabezas les dio un fuerte dolor de cabeza pensando en la muerte del bolívar fuerte. A las 11 de la mañana del pasado viernes, el directorio del BCV fue informado de la medida. Al poco tiempo, en el mercado de los operadores del permuta, era un hervidero lo que vendría.

Alí Rodríguez, ministro de Energía Eléctrica, optó por lo práctico. Pensaba en la caja. En su propia caja, agotada, sin recursos para enfrentar este año de reto crucial, que lo sabe él, caramba, viejo zorro de la política, y quien desde los tiempos guerrilleros de asaltante de bancos, sabe que sin caja no se hace política ni se ganan elecciones.

En el Consejo de Ministros celebrado la noche del viernes negro, Rafael Ramírez, ministro de Energía tragaba grueso. Estiraba el cuello, más atento que de costumbre. En la cadena anterior de Chávez celebrada a finales de año, al presidente de Pdvsa se le vio incómodo, lucía cansado, traslúcido, más que blanco: todavía en ese momento no sabía cómo resolver el problema de caja de Pdvsa. El 8 de enero era otra cosa. Respondió raudo un par de cosas que el jefe preguntó. Su respiración era otra, ya sabía del dólar petrolero y calculado el buche de dinero que le entrará a la petrolera. De hecho, Giordani lo reconoce luego: con el dólar a 4,30, Pdvsa tendrá más plata para sus planes y podrá pagar la deuda interna. O sea, era verdad. Pdvsa no había podido pagar. El ministro estaba reconociendo no sólo esta realidad, sino la otra, causa y razón del superestrés de Ramírez, que descansó un poquito en Margarita: la empresa había entrado en niveles de riesgo. La ironía es que con la caja recuperada, Ramírez sigue con los días contados.

Además, Chávez anuncia que se va a intervenir en el mercado permuta. Dos veces intenta hablar de este mercado, y dos veces alguien le advierte que no lo haga. En una ocasión estuvo a punto de reconocer una realidad, diciendo: “Hay que impedir que las importaciones…”. En el contexto lo que estuvo a punto de admitir es que buena parte de las importaciones ya se venían realizando a dólar permuta, pero hacerlo era reconocer un error y una falla del gobierno, pues era Cadivi, de manera deliberada, la que no entregaba las divisas preferenciales a los empresarios. Reconocerlo es reconocer la culpa de la inflación, y reconocer es reconocer la ineficacia de la Tesorería Nacional y de Pdvsa de bajar el permuta, pese a las intervenciones durante el 2009.

Es la misma ineficacia comprobada cuando Chávez explica que pasaron tres horas discutiendo la crisis eléctrica y cuando pide que alguien le diga cuántas plantas nuevas son las que están a punto de inaugurar, nadie lo sabe, ni el nuevo ministro de electricidad, más perdido que Giordani en el llano, y entonces Chávez pide la tabla, y dónde está la tabla, y no aparece la tabla, ni entre los papeles del escritorio presidencial ni entre la chuleta de nadie. Por eso es que Armando León dice que la “gerencia” pública va rezagada seis meses con las decisiones. El final ya se sabe. Ángel Rodríguez salió destaponado como tapón de medidor eléctrico por no haber medido el impacto del racionamiento eléctrico en Caracas. Chávez se asustó.

Ese viernes, es un viernes negro también por las mentiras, por aquello de llamar a los sectores productivos a cooperar, a trabajar juntos, concertados. Y viene Chávez y habla de acabar con el rentismo. Y viene Giordani y habla del fondo para las exportaciones. O sea, toda una década para darse cuenta de esto, en tanto se habían olvidado del discurso de desarrollar aguas abajo las industrias del hierro, aluminio y petrolera. Y en cuanto a la concertación, quedó en blablabla. Ya al día siguiente el Presidente no hablaba de multar negocios que remarcaran sino de quitárselos a sus dueños, y el domingo se hacía eco de la campaña de José Vicente Rangel contra un banco, admitiendo que está cerca de la intervención. O lo que es lo mismo, hechos de guerra con señales de paz. Evidente en quien ya dijo que la reconciliación es imposible. ¿Quién le cree lo de la concertación? ¿Quién le cree lo de promover exportaciones no tradicionales? Ya se sabe, Chávez quiere que ese banquero se quede con el canal de TV de sus socios y lo ponga al servicio del gobierno. Por eso presiona al banquero. Y todos pendientes de lo que hará el banquero, que no tiene pelo un de tonto.

El reimpulso productivo va a ser una tarea imposible, aún con toda la nueva caja. La disciplina en el gasto es gastar mejor, y esto es algo que el gobierno de Chávez no conoce.

El código de Chávez es la improductividad, patente y patentado por la forma como se han manejado la CVG , y las cooperativas, y los recursos de los consejos comunales, y la caja de PDVSA. Si no hay confianza de parte del sector privado, la Misión Imposible que Chávez anunció para la oposición terminará siendo suya. Seguro.

Por el impacto inicial entre los consumidores, se aprecia que la maxidevaluación no fue calculada en sus extremos, como tampoco el plan de racionamiento eléctrico en Caracas. Por un lado, resultó tardía, y de allí el salto en el dólar. Ahora la gasolina vale casi cero en el país. Por el otro, estos tipos, Giordani, Merentes y Alí Rodríguez, están confiados en que de nuevo la popularidad de Chávez o los reales que le meterán a Mercal, Pdval y Barrio Adentro, serán suficientes para contener la ira y el descontento. En todo caso, la devaluacion tenía que hacerse. Como dijo un experto desde Nueva York: Era imposible seguir operando con un tipo de cambio sintético sin ningún tipo de relación con la realidad. Sin embargo, el objetivo de la devaluación no es la sinceración del desequilibrio cambiario como parte un programa de ajuste – es una simple medida cambiaria. Si no ajustas la política comercial, monetaria, cambiaria y económica, se vuelve todo una medida efectista en un contexto electoral.

Con esa explicación aguada de economía política, Chávez quiso explicar y hasta justificar la maxidevaluación. ¿Pero cómo recoger las palabras de que la crisis del capitalismo no golpearía a Venezuela? ¿Repetirá otra vez: menos mal que llegó la revolución? La maxidevaluación seguirá siendo una medida a corto plazo, señala nuestro experto desde Nueva York. Igual que el plan de gastos extraordinario del gobierno norteamericano en donde el gobierno se endeuda masivamente mientras se corrigen los desequilibrios económicos y los actores de la economía privada arrancan. Estamos viendo el primer paso, con la salvedad de que en Venezuela no hay aparato productivo privado. ¿Hay crecimiento del sector privado?

Citemos de manera directa a Heinz Dieterich: “Realizar una devaluación diletante 18 meses demasiado tarde; movilizar a la Fuerza Armada para combatir a la “especulación comercial”; amenazar a la pequeña burguesía con la expropiación; calificar a los compradores que querían proteger sus bolsillos de una devaluación de la cual no son responsables, de una “conducta perversa”; poner tres teléfonos (sic) al servicio de la denuncia pública y acotar que «Yo digo que Venezuela cada día marchará con mayor fuerza y nosotros convertiremos a nuestro país en una verdadera potencia en este continente», convierte, como es obvio, la política en telenovela y tragicomedia. Las consecuencias de esa tragicomedia son previsibles”.

Quien no se ha asomado en medio de la tormenta es Diosdado Cabello, ministro de Obras Públicas de Venezuela. Del superministro se cuenta que está anotado en los cambios ministeriales. Desde lo interno se solicita que Cabello vaya al menos un año a la reserva. Se ha desgastado y desgastado desgasta todavía más al gobierno.

En cambio, qué curioso: a Alejandro Andrade no hay quien lo sustituya. Se le ve retomando su papel, luego del huequito negro de los días en que caían los bancos de Ricardo Fernández y Pedro Torres Ciliberto. ¡Cuántos secretos no guarda Andrade! Esto demuestra que se puede traficar con dinero sin consecuencias. Esto comprueba que el gobierno seguirá siendo una trituradora de dólares y bolívares, y los bolifuncionarios, sentados en su silla, a la sombra y con abanico. Dijo la Thatcher en los años 90’: “No es la creación de riqueza lo que está mal, sino el amor al dinero por el dinero”.

“El comunismo es el pie izquierdo del socialismo, y el fascismo, el derecho”. Lo dijo también la Thatcher. Y en vista de que la maxidevaluación empobrece más a los trabajadores y hace más ricos a los ricos, ¿en qué pie se afinca Chávez? Por ejemplo: el viernes los bonos de deuda venezolano amanecen con 10% al alza, ya en la noche del jueves operadores que manejaban la información tomaban posiciones en Europa, cuando abre el mercado en Estados Unidos comienzan las preguntas de esta alza; el tiempo pasaba y al mediodía ya era vox populi la maxidevaluación. Al final como se ha caracterizado bajo este Gobierno, los operadores financieros hacen dinero a consecuencia de las gigantescas asimetrías de información privilegiada.

Mirad a quienes asisten a los maratónicos y televisados consejos de ministros. Allí casi no hay diferencias entre conservadores, revolucionarios, militares, civiles, izquierdistas y fascistas. Lo que les diferencia es una cosa: quién supera al otro en el apetito de poder. Quién está más relajado y quién más tenso. Miradlos. Hay unos maxidevaluados.

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