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El nuevo modo

Nuevos aíres constituyentes

“Un país no puede reinventarse a cada rato” fue la frase de nuestra larga conversación del fin de semana, publicada por Moisés Hernández, periodista del más antiguo diario de la ciudad más importante del centro del país después de Caracas. “Un país no puede reinventarse a cada rato” fue la frase de nuestra larga conversación del fin de semana, publicada por Moisés Hernández, periodista del más antiguo diario de la ciudad más importante del centro del país después de Caracas.

Expresa nuestra posición sobre la hipótesis de una nueva constituyente aupada por el régimen. Con base en el fraude del “nuevo constitucionalismo”, componente del kit castro-chavista para el ingreso al “Mar de la Felicidad” del Socialismo del siglo XXI, sufrido por los latinoamericanos, para el poder o enriquecimiento de las claques de los países víctimas y sus Zapateros y Montesinos de allende los mares, una nueva constituyente en Venezuela no haría nominalmente más que zanjar la inmensa brecha entre el actual texto constitucional y las realidades legal y de ejercicio de gobierno del cada vez más evidente dictador venezolano. Pero, realmente, podría ser la apertura de una Caja de Pandora.

El desarrollo constitucional es asunto de las cortes o tribunales del área, bajo condiciones de independencia política, autonomía institucional y profesionalismo de su acción, con el apoyo en el “estado del arte” sobre el tema. A Moisés, le decía que en la situación actual, la salida democrática y electoral lógica son las elecciones parlamentarias previstas (y, agrego, saldar la deuda municipal pendiente), pero que diversos indicadores permitían definir otro escenario electoral, de conveniencia al régimen, sobre la base de una iniciativa oficial, con bases comiciales fraudulentas, para la realización de otra constituyente. Y que, en razón del conflicto presente, o como reacción a la jugada, podría considerarse un posible escenario violento. Venezuela, a una semana de la navidad, está repleta de protestas y huelgas.

Nuestro análisis, compartido por relacionados, tiene que ver con: 1°) la baja de la popularidad y confianza en Chávez, a niveles, en un escenario optimista, de comprometer su posible triunfo en las parlamentarias; 2°) la altísima opinión negativa sobre problemas asociados a su política y su gestión (inseguridad, corrupción, costo de la vida, etc.); 3°) el surgimiento de problemas nuevos, no percibidos hasta hace poco (servicios como electricidad y agua, “boliburguesía” bancaria y “bolifuncionarios” asociados, etc.); 4°) la insatisfactoria perspectiva económica para el año próximo; 5°) una nueva aparición del recurso de la violencia, en el caso del estudiante tachirense (Táchira, estado occidental andino, frontera con Colombia), asesinado por oficialistas; 6°) la escandalosa brecha entre el texto constitucional y el marco legal y el día a día de la gestión de gobierno; 7°) la posibilidad de unas bases comiciales fraudulentas para la convocatoria constituyente; 8°) las ganancias políticas y electorales de la oposición.

Desde ya hay que decir que esa probable constituyente debe ser contundentemente rechazada por los sectores opositores y la sociedad nacional; excepto que, y sólo por ello, en caso de ser inevitable, pueda influir en las bases comiciales para la conformación de la nueva asamblea. Como eso es poco probable, la norma debe ser el rechazo.

El juego es estratégico. Y de alto riesgo. Los instrumentos y los tiempos deben ser múltiples y rigurosamente evaluados e instrumentados. No hay cabida a estrategias unidimensionales. Ni saber tradicional que valga. Y la posición del statu quo partidista es riesgosamente unidimensional y cargada de convencionalismos, útiles para otros tiempos y realidades, ausentes.

No inventemos. Un país no puede estar de reinvención en reinvención. Basta de atropello histórico. Recuperemos la política. Asumamos el escenario que el alto interés nacional exija. Hagamos la política necesaria.

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