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EL NUEVO MODO

Honrosa consideración

Diego Arria, ex presidente del Consejo de Seguridad y ex subsecretario general de la ONU, economista, precandidato de la Unidad Venezuela, me ha concedido el privilegio de representarlo en el Debate “Planes Económicos” de El Nacional, uno de los grandes diarios capitalinos. Diego Arria, ex presidente del Consejo de Seguridad y ex subsecretario general de la ONU, economista, precandidato de la Unidad Venezuela, me ha concedido el privilegio de representarlo en el Debate “Planes Económicos” de El Nacional, uno de los grandes diarios capitalinos.

Un reto así tiene precisas exigencias; pero, también, consecuencias espinosas. Es asunto profesional que entendemos y asumimos, no tecnocráticamente, sino desde la compleja perspectiva de la gerencia pública y social, obligada a conjugar múltiples y variadas lógicas, para un trabajo innovador y de alto vuelo, que debe ser abierto al manejo de escenarios, la evaluación estratégica y una muy probada inteligencia operacional; pero que choca con muchas prácticas e intereses establecidos.

¿De dónde partimos? Diego lo ha dicho: del rumbo al colapso. Impera lo que en mis análisis prospectivos llamo el escenario del “Camino a Cuba”: destrucción, ruina y humillación de la economía y la sociedad y reino del totalitarismo. Arruinar para reinar es la consigna; a diferencia de Cuba, con una inmensa renta para usufructuar y repartir. Eso, combinado con otros dos escenarios: “Provincia del Foro de Sao Paulo”; o sea, buenos negocios para Lula, los Castro y asociados y “Satélite Chino”, anunciado por mí, mucho antes de evidente. Menudo contexto. “Peludo” punto de partida.

Para ello, Arria se ha montado en una aproximación a la política –es el gran tema, antes que el económico- distinta al “dejar pasar” o la contemporización. Por el contrario, ir a los problemas más álgidos y a su fondo, sin concesiones a las matrices de opinión establecidas o a los poderes fácticos de la política.

Sucede que hay una especie de coincidencia deplorable entre quiénes son responsables del presente y quiénes lo fueron en el pasado que condujo a él. Nótese, por muestra, que ninguno de los dos textos de intención estratégica y/o programática de la Unidad Venezuela parte de referir los errores y responsabilidades del pasado. Igual, no contemplan la transición democrática, ni incluyen sus exigencias mínimas de replanteamiento de condiciones.

Suelo decir que pretender el futuro sin considerar el pasado es –además de imposible- lo mismo que desear el perdón sin exigirse un acto de constricción y arrepentimiento. Y sucede. Lamentablemente, sin dejar de reconocer logros, la historia del pasado económico y político venezolano no es precisamente una leyenda dorada. Y sus protagonistas y conductas están vivos y se mantienen, en buena medida, dirigiendo o modelando la política nacional.

Para concretar una ponencia, digamos que nuestra aproximación al manejo económico parte de unas cuantas asunciones necesarias:

1. Hay países serios y países que no lo son, Venezuela no lo es, y, en nuestro caso, queremos serlo;

2. Eso obliga a un manejo económico que trasciende lo pecuniario o lo tecnocrático, recurre a la mayor rigurosidad profesional posible y se interesa en las condiciones, contexto, procesos y repercusiones extraeconómicas;

3. Considera complementarios y no sustitutivos los tres horizontes temporales convencionales en las decisiones: el corto, el mediano y el largo plazo;

4. No se limita al convencional manejo de la política económica, sino que también cuida la Economía Política; y

5. Su orientación es el interés general, manejado a través de una función de preferencias colectivas, cuidadosa del terrible problema de los intereses especiales.

Menudo reto a la gestión económica:

1. Validar una visión legítima, que mejore las condiciones sociales y el bienestar económico interno, por un lado; y el posicionamiento internacional, por el otro;

2. Reconocer y superar las condiciones iniciales en lo educativo, valoración de recursos de todo tipo y el “saber hacer” nacional; por la vía de reglas estables (ej: fiscales), contexto apropiado y procesos asertivos;

3. Combinar coyuntura, horizonte de la gestión y cambios estructurales, de modo de no incurrir en los errores conocidos de la intrascendencia y la labor de apaga fuegos o sólo el remedio amargo de los programas de ajuste estructural, sin compensaciones inmediatas;

4. Cuidar que las decisiones económicas tienen impactos distributivos y redistributivos de distinto orden, que pueden representar costos y riesgos; y

5. Afinar los instrumentos de análisis y diagnóstico para construir los listados de prioridades legítimas de los venezolanos; así como disponer de los dispositivos contralores apropiados.

Todo ello debe ajustarse en un Plan de Viabilización de tres años. No planteamos un gobierno ordinario. No es ni aceptable ni posible. Será exigido un sensible equilibrio entre lo económico y lo político, para el cual, lo primero actúa como componente de facilitación. Algunos rasgos favorables específicos de la base nacional de recursos ayudan. Pero, requieren precisas capacidades del alto gobierno.

Los “criterios de éxito” de la economía transicional propuesta son: 1) superación de las acechanzas del presente y del “Día Después de Chávez”; 2) realización en el sentido de la “Visión”; y, la más importante: 3) la adecuación que viabilice la transición y la consolidación democráticas .

No es un reto ordinario. No hay, no sólo literatura establecida, sino tampoco saber convencional. Pero, es uno de nuestros temas. Nos anima y nos compromete. Porque es lo que pide el “camino crítico” del relanzamiento nacional.

* Santiago José Guevara García

(Valencia, Venezuela)

[email protected] / @SJGuevaraG1

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